Mundos oscuros II parte.
Camino pisando calaveras, durante más tiempo del querido por su parte, pero era necesario llegar hasta el paramo de la desolación de mas allá del rio de las lamentaciones.
Iban en silencio, ella junto a él, sabía que cuando ella aminoraba la marcha él hacía lo mismo para no dejarla atrás.
Un árbol de ahorcado frente a ellos, les hizo saber que habían llegado a dicho paramo, sus ojos comenzaron a derramar lagrimas.
El se giro sorprendido, siempre le sorprendían los humanos y era grato más que divertido, silenciosos los dos dejaron atrás aquel árbol maldito, como si en un sendero de pesadilla caminaran, lo hacían pero no había camino.
Ella de pronto comenzó a llorar parándose en seco, el no comprendía aquel dolor pero era necesario seguir antes de que el amanecer hiciera salir a las hienas de las almas, depredadoras infames de almas humanas y claro era seguía siendo humana.
Estiro de su brazo pero ella no se movió, el comenzó a impacientarse, aquello no tenia por que pasar.
Un frio glaciar la hizo mirarle cuando su fría mano la toco el rostro, era tan dulce y era tan amargo hacerla volver a pasar por aquello, pero ella tenía que volver a saber, ella tenía derecho a saber y el tenía el deber de acompañarla.
No hubo más interrupciones ella siguió caminando, aunque se la escuchaban los gimoteos, ella no se detuvo.
Un momento después estaban en medio del lugar exacto, los buitres lo señalaban desde lo alto.
Ella cayó de rodillas y el la levanto, no era el momento de dejarse llevar por el desanimo, no ahora, los seres sin ojos surgieron de las sombras, seres de pesadillas con sus brazos de nadas alargándolos a cada instante para tocarla, el los apartaba sin dejar de mirarla- debes mirarlos estarás sola pero yo estaré contigo si me necesitas-dijo él y se fue.
Los gusanos recorrían el suelo, el hedor la hacía desear desaparecer pero siguió allí de pie, vio como paso todo, el hospital, la sala de espera, el diagnostico y luego se vio, en aquel habitáculo lleno de mujeres desesperadas, separadas por cortinas, la cama de un hospital el olor a desinfectante, el olor de la sangre que salía de aquella sala en semi oscuridad, las ataduras, la lámpara en los ojos la careta en la cara…. aquellos médicos con batas verdes y mascaras la miraban, ella se miraba entre ellos…..
Las manos de los sin brazos la acariciaban la cara, el pelo, la cogían las piernas… los gusanos, las escolopendras surgían de los ojos de las calaveras caídas bajo sus pies.
Grito, grito, grito y su voz se perdió entre los susurros de aquellos sin nombre,
Golpeo, golpeo, golpeo y sus puños se perdieron entre los brazos de aquellos sin nombre.
El suelo se volvió sangre, de su corazón una mano salió intentando cogerla la garganta, sus manos intentaron impedir aquel ataque, fue cuando tuvo conciencia de que estaba siendo atravesada como si fuera de aire.
Entonces supo y lo supo con la certeza de la exactitud en sí misma, que ella no podía haber evitado lo que ocurrió en aquella mesa de operaciones, un enorme y serpenteante dragón surgió del suelo, era él.
La miro a los ojos, ella vio en ellos su propio reflejo y algo mas, vio una promesa, un sueño, un mundo, una llave y entonces regreso.
Todo se quedo en silencio, aun no había amanecido, una figura la observaba en silencio, una luna roja brillaba en el cielo y un buitre egipcio comía algo de su mano, si ella se había arrancado el corazón.
Se pusieron de nuevo en marcha, dejaron al buitre egipcio y su festín en aquel lugar llamado paramo de la desolación y regresaron mientras el cielo iba cogiendo colores de amanecer y las lágrimas de ella ya no caían.