La maldición de la sangre: la maldición del Rey
No hubo nacimiento más esperado, ni tampoco más temido, habían predicho que esto ocurriría, los sacerdotes sabían desde mucho tiempo atrás que un gran guerrero nacería, un guerrero cuyo nombre sembraría terror y honor para los dioses, su madre Izul siempre pensó que sería distinto, grande y fuerte, pero aquel joven duro y luchador que la fue arrebatado desde que comenzó a caminar era tan dulce y cariñoso como el resto de los bebes.
Por desgracia para ella no nacieron mas bebes, algo en su interior se rompió al dar a luz a aquel hijo tan esperado y su vientre no dio más hijos.
Eso y una tristeza enorme acabaron con su vida los dioses se la llevaron con ellos, pero lo cierto es que ella se arrojo a un pozo y no volvió a aparecer jamás.
Así Izcoati creció y se fortaleció, gano batallas y fue un rey justo, tenía todo cuanto podía desear y era feliz, más un día mientras dormía una extraña mujer se le apareció en sueños, ella le nombro por su nombre, le enseño un estandarte, le dio una palabra…. era su madre que le buscaba.
Poco a poco el comenzó a odiar la luz del día, sus ojos no tenia vivacidad y rechazaba la comida, solo de noche era el Izcoati de siempre.
Un día de cosecha el rey desapareció y no volvió, los dioses celosos se le llevaron con ellos, se tiro a un pozo para buscar a su madre.
La maldición de la sangre: la maldición de Izcoati.
No sé cómo pudo pasar, pero aquella mujer apareció de las sombras, su piel de ébano y aquellos labios eran miel, aquella figura parecía volar por la habitación, y la bese y la di mi amor.
Pero ella no quería un hombre ella quería un guerrero y no la importaba seducir y matar para conseguirlo, necesitaba alguien capaz de matarle a él, al guerrero negro.
Un autentico señor de la noche, pero esta es otra historia, la mía, es que durante días deseaba a aquella mujer solo pensaba en ella, solo la amaba a ella, su piel fría y suave era como un suave y sedoso placer, me enloquecía pensar que no la vería hasta la noche, y así poco a poco fui convirtiéndome en un hijo de la noche.
Un buen día ella no volvió, yo aborrecía a las demás mujeres, odiaba la luz, odiaba la comida solo quería sangre, sangre dulce y espesa, su color de piel como chocolate y como él era amargo y suave, sedosa y la amaba.
Me marche siguiendo su olor, la sentía y ella me llamaba y yo la amaba.
Así conocí al más grande de los señores de la noche y me enfrente a él, así fue como condene a su damita en aquella plantación, desolada, por amor a mi querida Nefer-It, aun mi alma condenada se alegra cuando ella sonríe… mi dama de la noche, mi amor.
Pero me confundí con la damita, resulto ser más dura de lo que parecía y los humanos no pudieron con ella.
El señor de noche, el dragón negro no es tan duro como parece pues no repudio a la damita, incluso sabiendo que era mi beso quien la convirtió en lo que ahora es, una criatura sin familia, sin casta, pero el muy estúpido se hizo cargo de la escoria.
Nosferatum le llaman, jajajja señor de las ratas le llamo yo.
El sabe que yo soy el causante de aquello y que mi amada no está sola.
No hubo nacimiento más esperado, ni tampoco más temido, habían predicho que esto ocurriría, los sacerdotes sabían desde mucho tiempo atrás que un gran guerrero nacería, un guerrero cuyo nombre sembraría terror y honor para los dioses, su madre Izul siempre pensó que sería distinto, grande y fuerte, pero aquel joven duro y luchador que la fue arrebatado desde que comenzó a caminar era tan dulce y cariñoso como el resto de los bebes.
Por desgracia para ella no nacieron mas bebes, algo en su interior se rompió al dar a luz a aquel hijo tan esperado y su vientre no dio más hijos.
Eso y una tristeza enorme acabaron con su vida los dioses se la llevaron con ellos, pero lo cierto es que ella se arrojo a un pozo y no volvió a aparecer jamás.
Así Izcoati creció y se fortaleció, gano batallas y fue un rey justo, tenía todo cuanto podía desear y era feliz, más un día mientras dormía una extraña mujer se le apareció en sueños, ella le nombro por su nombre, le enseño un estandarte, le dio una palabra…. era su madre que le buscaba.
Poco a poco el comenzó a odiar la luz del día, sus ojos no tenia vivacidad y rechazaba la comida, solo de noche era el Izcoati de siempre.
Un día de cosecha el rey desapareció y no volvió, los dioses celosos se le llevaron con ellos, se tiro a un pozo para buscar a su madre.
La maldición de la sangre: la maldición de Izcoati.
No sé cómo pudo pasar, pero aquella mujer apareció de las sombras, su piel de ébano y aquellos labios eran miel, aquella figura parecía volar por la habitación, y la bese y la di mi amor.
Pero ella no quería un hombre ella quería un guerrero y no la importaba seducir y matar para conseguirlo, necesitaba alguien capaz de matarle a él, al guerrero negro.
Un autentico señor de la noche, pero esta es otra historia, la mía, es que durante días deseaba a aquella mujer solo pensaba en ella, solo la amaba a ella, su piel fría y suave era como un suave y sedoso placer, me enloquecía pensar que no la vería hasta la noche, y así poco a poco fui convirtiéndome en un hijo de la noche.
Un buen día ella no volvió, yo aborrecía a las demás mujeres, odiaba la luz, odiaba la comida solo quería sangre, sangre dulce y espesa, su color de piel como chocolate y como él era amargo y suave, sedosa y la amaba.
Me marche siguiendo su olor, la sentía y ella me llamaba y yo la amaba.
Así conocí al más grande de los señores de la noche y me enfrente a él, así fue como condene a su damita en aquella plantación, desolada, por amor a mi querida Nefer-It, aun mi alma condenada se alegra cuando ella sonríe… mi dama de la noche, mi amor.
Pero me confundí con la damita, resulto ser más dura de lo que parecía y los humanos no pudieron con ella.
El señor de noche, el dragón negro no es tan duro como parece pues no repudio a la damita, incluso sabiendo que era mi beso quien la convirtió en lo que ahora es, una criatura sin familia, sin casta, pero el muy estúpido se hizo cargo de la escoria.
Nosferatum le llaman, jajajja señor de las ratas le llamo yo.
El sabe que yo soy el causante de aquello y que mi amada no está sola.
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