Dinosaurios hirvientes abren sus fauces,
La búsqueda de la verdad escrita en clave,
Sueños de iguales dimensiones,
Buscar el son más allá de lo impensable.
Ríos de almas baten la tierra,
Escucha el eco de sus miserias,
Crecen las lágrimas en las estatuas,
Silencio que parte el alma,
Crujen los cráneos de las miradas,
Piensa en algo que ya no sepas,
No olvides todas tus certezas,
En el puchero del valle negro,
Un alma condenada al fuego eterno,
Es la mirada de las crisálidas,
Que al nacer nacen agusanadas,
El aire pútrido por el despojos,
¿Quien se esconde de la matanza?
Pues los que quedaron no tienen nada,
Perdieron todo lo que tenían,
Se perdono a quien no presento batalla,
Se le permitió volver a casa,
Vencido y sin honor,
Hundido y humillado,
Se le piso año tras año,
Un día decidió irse del valle,
Con todo lo que era,
Solo sin nadie,
En la lejana tierra de la espesura,
Donde solo crecían las rocas puras,
Creo un mundo de sueños y le llamo hogar,
No se esconde la Dama,
Aunque he de decir:
No volverá.
Pues ahora nace en su alma,
La esperanza de un nuevo renacer,
De ilusiones del pasad,
Amor y ternura en frasco perfumado,
Caricias no perdidas,
Ahora la Dama sabe que es feliz,
En su dulce jardín de nadas,
Con todo lo que eso conlleva.
La búsqueda de la verdad escrita en clave,
Sueños de iguales dimensiones,
Buscar el son más allá de lo impensable.
Ríos de almas baten la tierra,
Escucha el eco de sus miserias,
Crecen las lágrimas en las estatuas,
Silencio que parte el alma,
Crujen los cráneos de las miradas,
Piensa en algo que ya no sepas,
No olvides todas tus certezas,
En el puchero del valle negro,
Un alma condenada al fuego eterno,
Es la mirada de las crisálidas,
Que al nacer nacen agusanadas,
El aire pútrido por el despojos,
¿Quien se esconde de la matanza?
Pues los que quedaron no tienen nada,
Perdieron todo lo que tenían,
Se perdono a quien no presento batalla,
Se le permitió volver a casa,
Vencido y sin honor,
Hundido y humillado,
Se le piso año tras año,
Un día decidió irse del valle,
Con todo lo que era,
Solo sin nadie,
En la lejana tierra de la espesura,
Donde solo crecían las rocas puras,
Creo un mundo de sueños y le llamo hogar,
No se esconde la Dama,
Aunque he de decir:
No volverá.
Pues ahora nace en su alma,
La esperanza de un nuevo renacer,
De ilusiones del pasad,
Amor y ternura en frasco perfumado,
Caricias no perdidas,
Ahora la Dama sabe que es feliz,
En su dulce jardín de nadas,
Con todo lo que eso conlleva.
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