Helia nació en una familia extraña, en Paris, digo extraña
porque no fue convencional, su padre un joven aristócrata fue a estudiar a
Paris y conoció a una bella mujer, una cantante de ópera muy admirada y
aclamada, pero que hizo que la familia del padre de Helia se pensara desheredar
al joven por ese romance, menos mal que la joven quedo embarazada y como lo que
nació fue un niño, aceptaron el matrimonio sin protestar demasiado, al cabo de
tres años nació Helia, el nombre se lo puso su abuela, puesto que el día que nació
un autentico vendaban azotaba la casa familiar, donde habían trasladado a la
familia para evitar que nacieran bajo la infecta ciudad de Paris, nido de
enfermedades.
Helia, desde pequeña tuvo poderes que la familia pensó que
eran dones de Dios, su abuela, Constanza una mujer que no fue dotada con una
gran belleza, pero si con un intelecto que dejaba a muchos hombres como lerdos,
siempre adoro a aquella niña, la llamaba su niña de Dios, y adoraba que ella
estuviera bajo su tutela en los estudios y demás, ya que la madre de Helia al
nacer, falleció.
Su abuela fue la madre de sus dos nietos, ¿y su padre? Pues volvió
a Paris a la vida loca y desenfrenada de antes de conocer a la madre de Helia.
Solo volvió a casa cuando Helia cumplió 15 años y porque la
enfermedad se había apoderado de él.
Helia, le acompañaba día y noche, aun así, su padre murió un
año después de llegar a la finca de los abuelos, el hermano de Helia se caso
con la joven Elidora, y Helia decidió entrar en un convento.
No lo hizo porque el amor la fuera negado, lo hizo porque
todos la consideraban una santa y eso influye mucho.
Pronto el convento se convirtió en un ir y venir de personas
que hablaban de la joven Santa, así Helia cambio su nombre al entrar fue
llamada Sor Margarita, pronto se enfrento a un caso espantoso, un pueblo entero
aquejado de tuberculosis, comenzó a llamarse el pueblo de los vampiros, se comenzó
a correr la voz que una vampira había convertido a todos en sus súbditos.
Se pidió al convento que Sor Margarita fuera a ver si era
cierto o no, ella sabía que aquello era
un virus que se contagiaba, y así pidió que se quemaran inciensos para
purificar el aire, como el párroco también había caído victima de la infección,
se comenzaron a correr rumores de que los vampiros habían corrompido al clero.
Margarita tuvo que sentarse en aquella iglesia pequeña de
pueblecito, y pensar cómo hacerlo, encendió todos los velones que encontró, y después
pidió que tañeran las campanas a animas, lo hizo para que acudieran a la
Iglesia todos los sanos para rezar, luego fue a la pequeña sacristía y cogiendo
una serie de ingredientes, salió al altar.
Dijo- dios me ha
dicho que lavéis las casas con esta solución, no os preocupéis, el mal
se irá al salir por los ventanales que dejareis abiertos.
Que vengan los monaguillos, después una a una visito a los
enfermos, y aunque no puedo salvar a todos, si salvo a muchos, esto se
considero un milagro, y fue requerida en el Vaticano.
Tenía 18 años, e iba a ser juzgada por un tribunal fue justo
cuando la anunciaron en el convento que su abuela había muerto, no la comunicaron
como, pero esa noche mientras dormía, vio a una mujer de cabellos dorados, que
la quito el aliento a su abuela, mientras esta la llamaba bruja Azulaida.
Helia despertó sabiendo que aquella bruja iba a por ella.
Antes de partir recibió la visita de un Cardenal, este tenía
unos extraños bultos postulantes que le cubrían el cuerpo.
Pidió que le sanara, sor Margarita le miro a los ojos y supo
que aquel hombre no debía vivir, ya que era el causante de que aquella bruja
fuera la causa de su mal y el de su familia.
Hablo sin tapujos- has venido a condenarme, tus pústulas no
existen, ni tu enfermedad es real, di a esa mujer que ha poseído tu corazón,
que te libere y ella lo hará.
El Cardenal ofendido grito-¡bruja, bruja, bruja!
La joven Sor Margarita fue llevada al prelado y allí fue
torturada para que confesara unos crímenes que sabia había hecho la asesina de
su abuela, no podía hacer nada, solo rezar, rezar.
El prelado, no la encontraba culpable, por lo que Azulaida
que la veía como un enemigo para poder conseguir el poder de la sanación que la
había sido negado, totalmente poseída por la ira, quemo el convento donde ahora
habitaba Sor Margarita.
El Cardenal que amaba con tal devoción a Azulaida, corrió la
voz de que la joven monja había quemado a aquellas monjas en venganza por
haberla entregado, la gente pasó de considerar a Azulaida una Santa a
considerarla una bruja.
Fue en estos términos cuando el tribunal se recrudeció, las
torturas fueron superiores y cada vez más crueles y duras, pero la joven Sor
Margarita no cedía.
Una noche mientras dormía en una mazmorra dura y sucia, en
la que dormía, vio una esfera blanca y luminosa, que se le apareció, solo la
dijo – Helia, dame tu don y yo compensare tu dolor, dejaran de torturarte
y podrás morir tranquila- Sor Margarita,
pensó, durante unos minutos y después dijo- dame tu nombre y te lo entregare a
mi muerte- Azuleida henchida de orgullo le dio su nombre y apellidos de esta
vida.
A la mañana siguiente, Helia, confeso y denuncio a Lady
Bermont como conspiradora para que aceptara al diablo.
Helia fue condenada a la hoguera, pero Azuleida fue perseguida,
arrastrando al Cardenal con ella, y mientras Helia era quemada y los seres de
Luz la asistían Helia supo que era guardiana del alma de Azuleida, mientras la
quemaban en la hoguera, una enorme tormenta se desato y una voz salió del pecho
de Helia- Azuleida pagaras por tu traición—
La gente huyo a sus casas espantada, Helia murió, una hora después
a consecuencia de los gases que la obstruyeron los pulmones y la garganta.
Azuleida fue condenada, por los hombres a ser desmembrada y
los seres mágicos la condenaron a vivir varias vidas de pobreza sin uso de la
magia.