Era víspera de Hallowen, todos los niños del colegio habían quedado para ir a pedir golosinas, todos menos el.
Frank Thomas no pedía golosinas el día de Hallowen, porque sencillamente su madre no lo veía apropiado porque era testigo de Jehová
El era un niño de 7 años, que veía como todos los años le excluían de las actividades de decoración y quedada de búsqueda de golosinas, sus compañeros se burlaban de él.
Por eso cuando se aproximaba la fecha el solía ponerse malo, pero no colaba su madre le mandaba primero a la guardería y ahora al colegio: él quería mucho a su mama pero siempre estaba trabajando, siempre estaba sola, solo salían para ir a la congregación y allí siempre lloraba, había un hombre en la fábrica donde trabajaba su mama, que siempre la llevaba a casa, pero mama no le dejaba entrar mas allá de la acera.
Ese año la profesora se había puesto enferma unos días antes de Hallowen y trajeron a una sustituta que era muy mayor.
La mujer cuando vio que se iba a ir de la clase le mando llamar y le dijo:
- Ah, no amiguito, no te salvara que seas testigo de Jehová aquí hay que trabajar y esto es lo que vas a hacer, una guirnalda de calabazas, vamos muy retrasados, no temas yo seré tu grupo.
Los niños se sorprendieron al verle cortar las calabazas junto con la profesora, que según nuestro amigo Frank Thomas era más joven y guapa de lo que le pareció al principio.
Además era muy amable, muy cariñosa y así Frank Thomas le conto que nunca se había disfrazado y que quería ser ET, también le dijo que quería decorar el jardín, pero que no le dejaba su mama, le conto que había visto ET en casa de la Señora Protos que era su niñera cuando su mama tenía que hacer turnos dobles en la fábrica, le conto hasta que la Señora Protos era católica y si dejaba a sus hijos celebrar Hallowen, la parecía divertido y le conto a su maestra sustituta que había rezado pidiendo que su mama tuviera turno doble el día de Hallowen para poder ir a pedir golosinas con los hijos de la Señora Protos, todo eso le conto y más, por qué cuando la maestra pregunto por su papa, él le dijo la verdad que nunca le conoció que el no tenia papa.
En la víspera de Hallowen la maestra le dio una pequeña figura de papiroflexia, era un monje pequeñito, le dijo que lo pusiera en su jardín y así, cuando Jack cabeza cortada fuera para allí, sabría que él estaba protegido por aquel monje.
Así que llego a su casa y lo coloco en el porche, pero hacia mucho viento y se volaría, así que lo puso justo al lado de las mecedoras que tenía su madre en el porche, las tenia ahí pero nunca se sentaba a tomar el fresco como hacia el resto de los vecinos, siempre estaba ocupada con algo, así que no lo notaria.
Pero ese día su mama llego antes, con aquel compañero que la traía en coche y se lo presento, hizo un pastel y saco zumo de la nevera, luego sin previo aviso salieron al porche a sentarse.
El corrió intentando impedir que tiraran a su decoración del día de Hallowein, aquel que le quitaría a Jack cabeza cortada las ganas de volver, pero cuando llego no estaba el pequeño muñeco de papiroflexia por ninguna parte, se puso muy nervioso y empezó a buscarlo, la madre y su compañero le miraban sorprendidos, hasta que oyó al compañero preguntar:
- No te disfrazas para Hallowein? Seguro que tienes trucos buenísimos para asustar a muchos padres si no te damos caramelos- su mama se puso seria y dijo que eran testigos de Jehová y que la congregación no creía en esas tradiciones, además ella no tenía tiempo de disfrazarle.
Frank Thomas, salió corriendo y llorando, repitiendo una y otra vez- tú lo has roto, tú lo has roto.
Ni la mama ni el compañero dijo nada, pero un rato después, subió el hombre llamando a la puerta.
- Dice tu mama que bajes un momento, voy a ir a comprar al supermarket y no sé donde está caminando ¿me puedes acompañar?
Salió asintiendo, no podía ir a pedir golosinas pero vería a los demás y eso le valía.
Cuando llegaron al supermarket el hombre, compro las provisiones y le pidió a la señora un disfraz de mi talla.
Luego se lo puso y le pago a la cajera, el no entendía muy bien.
- Este es el trato- dijo el compañero de la madre- tu me acompañas a pedir golosinas pero tenemos que ir disfrazados, me lo ha pedido este señor- saco de su bolsillo al pequeño monje de papel que le había hecho la maestra sustituta- no temas él nos cuidara a los dos, saco otro muñeco igual del otro bolsillo de su chaqueta- esa maestra también me dio clases a mí, sabes, de donde yo vengo no había Hallowen, era una ciudad y era un barrio no muy bueno sabes, mucha gente intentaba escapar, mi hermano murió en una de sus huidas pero yo como tú no tenia con quien ir a pedir golosinas, ni dinero para un disfraz, así que ahora vamos a ir a pedir golosinas juntos, vale?
Frank Thomas asintió, que raro, aquella maestra sustituta era vieja pero no imaginaba tan vieja, en fin.
Fueron juntos a pedir golosinas por un barrio y se lo paso tan bien que a la hora, el hombre dijo.
- Hemos de volver, o tu madre creerá que nos secuestraron en el Supermarket, jajajajaja- reía tanto que le contagio.
Cuando volvieron a casa, olía muy bien a batatas asadas y pastel de carne, su mama había hecho la cena y los miro sorprendida al verlos llegar tan tarde, el compañero de la fábrica de su mama, la dijo que había mucha gente en el Supermarket y que con lo de Hallasen era imposible caminar sin encontrarse con alguien conocido, lo que no la dijo es que fueron a la gasolinera de la esquina 4 y se cambiaron de ropa, que escondieron en una bolsa las golosinas, que el compañero de mama dejo en el coche guardadas, eso mejor no decírselo para no enfadarla.
Luego el compañero de mama se marcho, pero quedo en ir a recogerlo al colegio para ver a la maestra, le devolvió su pequeño monje de papel.
El se fue muy contento a dormir, cuando estaba en la cama oyó una risotada enorme.
Se asomo por la ventana, allí estaba la maestra, con el monjes de papel, pero era igual de grande que la maestra y esta parecía más joven, cuando llego el jinete sin cabeza los miro y entonces el monje saco dos calabazas encendidas de algún lugar y se las lanzo al jinete sin cabeza, este comenzó a gritar huyendo del lugar.
Luego el monje se volvió mirando a la ventana y aunque Frank Thomas sabe que es imposible, pues un muñeco sin cara no puede sonreír, su monje sonrió.
Cuando despertó, fu al colegio corriendo esperando contarle todo a la maestra sustituta pero ya no estaba y cuando llego el compañero de su mama a buscarle y se lo conto este se decepciono un poco, luego le conto lo que vio por la ventana, el hombre le dijo que el también vio lo mismo pero que no se lo dijera a su mama, este sería su secreto.
El secreto mejor guardado de Hallowen.