La joven Alexia caminaba sin detenerse sabiendo su final, ella al igual que otras jóvenes habían caminado antes que ella hacia su destino.
Hija de Androkmaco y Arethea al ser la primogénita estaba abocada a ser llevada frente al gran laberinto y ser arrojada a el.
Su padre un comerciante venido a mas en la corte de Minos había estado hablando con su hija la noche anterior y se había confesado aterrado frente a la idea de que aquel horrible monstruo la devorase.
Alexia había visto con ternura llorar a su padre y le había consolado como si ella fuese su madre.
Por el contrario Arethea había intentado sacar a su hija de la Isla pero había fracasado y en condena había sido encerrada en su habitación por todo aquel año sin visita alguna.
Arethea en contrapartida se había quitado la vida escribiendo una carta en la que anunciaba que toda madre ha de morir antes que sus hijos y ella así lo entendía. Había llamado cobarde a Minos y había instado a todos hombres del prospero reino a matar a la horripilante bestia que vivía en aquel laberinto.
Aquella mañana era calurosa y tranquila, Alexia era conducida por cuatro soldados hasta la extraña entrada del laberinto donde el monstruo vivía.
Empujaron la puerta y con sendas lanzas la obligaron a traspasar el umbral tras lo cual cerraron la puerta dejándola sola.
Al cerrarse la puerta la oscuridad la nublo la vista. Permaneció inmóvil por unos minutos ya que no acostumbraba los ojos a aquel lugar y tras un leve respingo comenzó a caminar .
Pronto un olor nauseabundo la revolvió él estomago y la hizo vomitar. Aquel olor era el hedor de la muerte que salía del fondo de la oscuridad, tropezó con algo que había en el suelo y tuvo que agacharse un poco para ver lo que allí había, se trataba de dos cuerpos uno en avanzado estado de descomposición y otro ya esquelético. Ambos vestían ropas de mujer por lo que pensó en muchachas de años anteriores.
Unos gruñidos llegaron desde el fondo del pasillo y Alexia comenzó a temblar. Los gruñidos que se acercaban parecían ser de animales y además sonaban pisadas de perro.
Pero como, no se suponía que tenia la cabeza de toro, - su mente divagaba ,el terror no la dejaba pensar con claridad.
De pronto a su lado una pared se abrió y una oleada de aire fresco la dio en un lateral de la cara.
Aire – pensó - ¿ de donde vienes?
Una extraña voz resonó justo a su lado.
-Si quieres vivir dame la mano
Alexia no lo pensó dos veces se giro y apretó con fuerza aquella mano que se tendía en la oscuridad. Era una mano enorme y sintió una extraña sensación al ser arrastrada hacia fuera de aquel pasillo.
Un enorme hombre con una capa negra la coloca detrás de él y empuja el bloque de piedra que había sido su salvación. Los gruñidos quedaron justo al otro lado y el extraño hombre la empuja suavemente para que fuese caminando.
Aquel extraño pasillo parecía también formar parte del laberinto pero la luz que procedía del fondo la hizo tranquilizarse. Era luz de día,, una brisa suave entraba y a medida que ella caminaba hacia aquella puerta se daba cuanta de que hasta no atravesar aquel umbral no seria libre.
Cuando salió fuera el día comenzaba a despuntar y el aire de la mañana se descubría calurosos.
Fuera ,aquel extraño ser empujo otro bloque de piedra y la puerta sé cerro.
Caminaron en silencio durante un trecho hasta llegar a una cala junto al mar. Allí una embarcación les esperaba y por su aspecto ,Alexia adivino que se trataba de un barco Egipcio.
Al subir al barco la joven se volvió para ver su tierra y vio que en la ciudad estaban haciendo festejos por que la enorme bestia había sido aplacada una vez más.
- Es hora de presentarme – dijo su salvador- mi nombre es Taurus y durante años fui encarcelado en ese monstruoso laberinto, gracias al capitán y su tripulación ahora gozo de una libertad que siempre me fue negada.
Así fue como Alexia se entero de l encarcelamiento de aquel ser y las calumnias que había vertido sobre él aquel rey celoso y déspota que no quiso reconocer el hecho de que su esposa amase a otro y que fruto de ese amor naciese él.
Fue así como Alexia descubrió que durante años las doncellas que allí le enviaban morían dando vueltas por aquel laberinto sin encontrar jamás al monstruo del que escapaban
- Pero y las muchachas que estaban junto a la entrada ¿ no las salvaste a ellas?- dijo interrumpiendo el relato que aquel hombre le contaba mirándola fijamente a los ojos.
- A ellas también les tendí mi mano pero tenían tanto miedo que no se movieron y yo no puedo obligar a una doncella a venir conmigo eso no seria lo correcto. Así que supongo que su destino seria el mismo que el de aquellas jóvenes que jamás encontraron el camino hacia mí.
- ¿Fui la única que tomo tu mano?-pregunto al fin
- Si la única y por eso ,eres la única que se ha salvado
- He de volver para decirles que no eres un monstruo, que Minos es un mentiroso
- No creerían que yo soy el del que hablan y además que ha sido de las anteriores. NO tu padre tendría problemas y yo volvería a ser encerrado y tu asesinada por escapar. Es mejor que crean que estas muerta y yo te devore así Minos seguirá creyéndose él mas fuerte y algún día un joven intentara matarme y cuando salga de aquel lugar descubrirá que yo ya no estoy en él por lo que saldrá victorioso. ¿ Te apetece comer algo mi dulce amiga?
- Si, tengo hambre –dijo Alexia ruborizándose
Taurus sonrió, era hermosa aquella joven de ojos castaños y cabellos rizados de color de la miel. . Por fin una doncella que no le miraba con horror y además lista y valiente.
Extremadamente valiente.
Hija de Androkmaco y Arethea al ser la primogénita estaba abocada a ser llevada frente al gran laberinto y ser arrojada a el.
Su padre un comerciante venido a mas en la corte de Minos había estado hablando con su hija la noche anterior y se había confesado aterrado frente a la idea de que aquel horrible monstruo la devorase.
Alexia había visto con ternura llorar a su padre y le había consolado como si ella fuese su madre.
Por el contrario Arethea había intentado sacar a su hija de la Isla pero había fracasado y en condena había sido encerrada en su habitación por todo aquel año sin visita alguna.
Arethea en contrapartida se había quitado la vida escribiendo una carta en la que anunciaba que toda madre ha de morir antes que sus hijos y ella así lo entendía. Había llamado cobarde a Minos y había instado a todos hombres del prospero reino a matar a la horripilante bestia que vivía en aquel laberinto.
Aquella mañana era calurosa y tranquila, Alexia era conducida por cuatro soldados hasta la extraña entrada del laberinto donde el monstruo vivía.
Empujaron la puerta y con sendas lanzas la obligaron a traspasar el umbral tras lo cual cerraron la puerta dejándola sola.
Al cerrarse la puerta la oscuridad la nublo la vista. Permaneció inmóvil por unos minutos ya que no acostumbraba los ojos a aquel lugar y tras un leve respingo comenzó a caminar .
Pronto un olor nauseabundo la revolvió él estomago y la hizo vomitar. Aquel olor era el hedor de la muerte que salía del fondo de la oscuridad, tropezó con algo que había en el suelo y tuvo que agacharse un poco para ver lo que allí había, se trataba de dos cuerpos uno en avanzado estado de descomposición y otro ya esquelético. Ambos vestían ropas de mujer por lo que pensó en muchachas de años anteriores.
Unos gruñidos llegaron desde el fondo del pasillo y Alexia comenzó a temblar. Los gruñidos que se acercaban parecían ser de animales y además sonaban pisadas de perro.
Pero como, no se suponía que tenia la cabeza de toro, - su mente divagaba ,el terror no la dejaba pensar con claridad.
De pronto a su lado una pared se abrió y una oleada de aire fresco la dio en un lateral de la cara.
Aire – pensó - ¿ de donde vienes?
Una extraña voz resonó justo a su lado.
-Si quieres vivir dame la mano
Alexia no lo pensó dos veces se giro y apretó con fuerza aquella mano que se tendía en la oscuridad. Era una mano enorme y sintió una extraña sensación al ser arrastrada hacia fuera de aquel pasillo.
Un enorme hombre con una capa negra la coloca detrás de él y empuja el bloque de piedra que había sido su salvación. Los gruñidos quedaron justo al otro lado y el extraño hombre la empuja suavemente para que fuese caminando.
Aquel extraño pasillo parecía también formar parte del laberinto pero la luz que procedía del fondo la hizo tranquilizarse. Era luz de día,, una brisa suave entraba y a medida que ella caminaba hacia aquella puerta se daba cuanta de que hasta no atravesar aquel umbral no seria libre.
Cuando salió fuera el día comenzaba a despuntar y el aire de la mañana se descubría calurosos.
Fuera ,aquel extraño ser empujo otro bloque de piedra y la puerta sé cerro.
Caminaron en silencio durante un trecho hasta llegar a una cala junto al mar. Allí una embarcación les esperaba y por su aspecto ,Alexia adivino que se trataba de un barco Egipcio.
Al subir al barco la joven se volvió para ver su tierra y vio que en la ciudad estaban haciendo festejos por que la enorme bestia había sido aplacada una vez más.
- Es hora de presentarme – dijo su salvador- mi nombre es Taurus y durante años fui encarcelado en ese monstruoso laberinto, gracias al capitán y su tripulación ahora gozo de una libertad que siempre me fue negada.
Así fue como Alexia se entero de l encarcelamiento de aquel ser y las calumnias que había vertido sobre él aquel rey celoso y déspota que no quiso reconocer el hecho de que su esposa amase a otro y que fruto de ese amor naciese él.
Fue así como Alexia descubrió que durante años las doncellas que allí le enviaban morían dando vueltas por aquel laberinto sin encontrar jamás al monstruo del que escapaban
- Pero y las muchachas que estaban junto a la entrada ¿ no las salvaste a ellas?- dijo interrumpiendo el relato que aquel hombre le contaba mirándola fijamente a los ojos.
- A ellas también les tendí mi mano pero tenían tanto miedo que no se movieron y yo no puedo obligar a una doncella a venir conmigo eso no seria lo correcto. Así que supongo que su destino seria el mismo que el de aquellas jóvenes que jamás encontraron el camino hacia mí.
- ¿Fui la única que tomo tu mano?-pregunto al fin
- Si la única y por eso ,eres la única que se ha salvado
- He de volver para decirles que no eres un monstruo, que Minos es un mentiroso
- No creerían que yo soy el del que hablan y además que ha sido de las anteriores. NO tu padre tendría problemas y yo volvería a ser encerrado y tu asesinada por escapar. Es mejor que crean que estas muerta y yo te devore así Minos seguirá creyéndose él mas fuerte y algún día un joven intentara matarme y cuando salga de aquel lugar descubrirá que yo ya no estoy en él por lo que saldrá victorioso. ¿ Te apetece comer algo mi dulce amiga?
- Si, tengo hambre –dijo Alexia ruborizándose
Taurus sonrió, era hermosa aquella joven de ojos castaños y cabellos rizados de color de la miel. . Por fin una doncella que no le miraba con horror y además lista y valiente.
Extremadamente valiente.