Los Chopos
Aquellos Chopos que en Abril lucían verdes y frondosos ahora lucen marrones y blanquecinos por entero.
La lluvia cae y moja las hojas antes orgullosas en las ramas de los Chopos que ahora caídas y encharcadas cubren el gris cenizo del pavimento, el caminante que con parsimonioso caminar hace de ellas sonar el seco y húmedo cloac , cloac.
Mientras camina el sonido de sus pasos en la triste soledad de la tarde mojada , hace recordar la soledad de un mundo sin sonidos , es este pequeño camino de Chopos al pie de Pio Felipe, un lugar para poetas y paseantes, ancianos y niños, parejas y coleguitas. Es en definitiva un bello camino. Para calmar en madrugada ciega los ardores de la noche Madrileña y en verano el calor cansino.
Pero en Noviembre con las fuertes lluvias , este camino se llena de tristes vagabundeos de solitarios corazones rotos en busca de pan y vino. De paraguas de colores , mochilas que llevan niños y de ancianos apenados porque ya les llego el frio.
El gris del cielo como plomizo recuerdo del antaño celestial azul , hace que las cortezas blanquecinas de los Chopos parezcan formar unisonó y cromado color. Es el Chopo un árbol extraño cuando llueve, pues parece a la lluvia acompañar con su color y lamento cuando acompasadas y una tras otras su hojas ya marrones caen al plomizo gris de la acera que cubre el silencioso y vacio paseo.
Aquellos Chopos que en Abril lucían verdes y frondosos ahora lucen marrones y blanquecinos por entero.
La lluvia cae y moja las hojas antes orgullosas en las ramas de los Chopos que ahora caídas y encharcadas cubren el gris cenizo del pavimento, el caminante que con parsimonioso caminar hace de ellas sonar el seco y húmedo cloac , cloac.
Mientras camina el sonido de sus pasos en la triste soledad de la tarde mojada , hace recordar la soledad de un mundo sin sonidos , es este pequeño camino de Chopos al pie de Pio Felipe, un lugar para poetas y paseantes, ancianos y niños, parejas y coleguitas. Es en definitiva un bello camino. Para calmar en madrugada ciega los ardores de la noche Madrileña y en verano el calor cansino.
Pero en Noviembre con las fuertes lluvias , este camino se llena de tristes vagabundeos de solitarios corazones rotos en busca de pan y vino. De paraguas de colores , mochilas que llevan niños y de ancianos apenados porque ya les llego el frio.
El gris del cielo como plomizo recuerdo del antaño celestial azul , hace que las cortezas blanquecinas de los Chopos parezcan formar unisonó y cromado color. Es el Chopo un árbol extraño cuando llueve, pues parece a la lluvia acompañar con su color y lamento cuando acompasadas y una tras otras su hojas ya marrones caen al plomizo gris de la acera que cubre el silencioso y vacio paseo.
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