Me oculte en lo que una vez fuera un confesionario, vi llegar a la chica a la que había mordido.
Entonces repare en la mujer que estaba sentada en uno de los bancos, parecía estar rezando, rezando?
Nadie reza ya en esta iglesia, pero si lo hace no es una buena señal.
La joven se acerco a ella, mi mordisco había cicatrizado.
Espere desde mi pequeño escondrijo a que se alejaran, el sol comenzaba a aparecer por las comisuras de las ventanas rotas.
Vi un agujero justo debajo de la cruz, parecía como si hubiera un pasadizo, hacia abajo.
Cerré los ojos y me recosté en el confesionario, cerré la celosía, mañana seguiría ahora era tiempo de recordar.
Este lugar te hace recordar continuamente, como era todo antes de estar en este mi infierno particular, mi infierno, no puedo morir y tengo un infierno.
No lo sé, no sé nada…………………………….me sentí a tan cansada de golpe.
De pronto una voz me hizo sobre saltarme.
-hay alguien en este confesionario- era la voz de un hombre- necesito hacer una confesión.
Me escuche decir-Ave maría purísima -contuve la risa, pero como podía haber alguien que pensara que allí había un cura, la voz comenzó a contarme frases incongruentes, hasta que comenzó a hablarme de un libro.
Hablaba muy deprisa, de sueños, pesadillas y de pronto volvió al libro, me acaban de decir cómo salir de la ciudad donde estaba o era solo un ser loco que deliraba?
Bueno por el olor que desprendía no era humano, ni siquiera un ser al que pudiera identificar.
Oí unos gritos horribles, la voz dejo de hablar, unas sombras pasaron cerca del confesionario y se alejaron, se llevaban a ese ser con ellos, parecía seguir vivo, puesto que le escuchaba murmurar las frases incongruentes.
Me quede allí pensando en lo que me había dicho, esas sombras podían estar vigilando así que espere a que oscureciera nuevamente.