Pobre criatura, pobrecita, preguntarme a mí.
Yo no tengo respuestas, lo que has hecho es cosa tuya, ni siquiera recuerdo ya como llegue yo aquí.
Me lance sobre ella clavándole mis colmillos en su cuello, su sangre no era lo que esperaba.
Que esperaba un humano en este lugar hubiese sido un autentico placer, pero no, eso no podía pasarme a mí.
La solté y la deje allí.
Ahora estaba fuera, las criaturas de la noche no tardarían en llegar.
Mi supervivencia estaba por encima de cualquier cosa, sentí como me agarraba la pierna suplicando ayuda.
Sentí compasión y la ayude, la incorpore.
-Escucha, si quieres vivir sígueme, pero si no puedes, no volveré a por ti.
La estaba dando una segunda oportunidad, algo que nadie me dio a mí, de pronto unos enormes seres serpientes me cerraron el paso.
Luche con ellos, le desgarre el cuello al primero con mis propias manos.
Pero los otros salieron corriendo, cuando me volví la jovencita se había largado.
No sé si la perseguían los hombres serpientes o se pensó mejor eso de ir conmigo, el caso es que ya no estaba.
Seguí el rastro de los dos hombres serpientes, los vi en un callejón, la jovencita intentaba defenderse.
Bueno, si estaba en este lugar era porque al igual que yo, necesitaba encontrar la llave de la salida.
Mire tras de mí y me dirigí a la iglesia, nadie iba allí.
Pero en aquel lugar, había una biblioteca y seguro que alguno de los libros me decía como salir.
Antes le arranque el corazón a uno de esos hombres serpientes, mire a la muchacha y la dije:
-Si quieres vivir sígueme, creo que es justo que te deje a uno de estos, no son sabrosos pero para matar el hambre valen.
-Te espero en la torre de la iglesia del fondo, solo hasta que amanezca, si no estás, busca un lugar donde refugiarte el sol aquí, es peor que la noche.
Yo no tengo respuestas, lo que has hecho es cosa tuya, ni siquiera recuerdo ya como llegue yo aquí.
Me lance sobre ella clavándole mis colmillos en su cuello, su sangre no era lo que esperaba.
Que esperaba un humano en este lugar hubiese sido un autentico placer, pero no, eso no podía pasarme a mí.
La solté y la deje allí.
Ahora estaba fuera, las criaturas de la noche no tardarían en llegar.
Mi supervivencia estaba por encima de cualquier cosa, sentí como me agarraba la pierna suplicando ayuda.
Sentí compasión y la ayude, la incorpore.
-Escucha, si quieres vivir sígueme, pero si no puedes, no volveré a por ti.
La estaba dando una segunda oportunidad, algo que nadie me dio a mí, de pronto unos enormes seres serpientes me cerraron el paso.
Luche con ellos, le desgarre el cuello al primero con mis propias manos.
Pero los otros salieron corriendo, cuando me volví la jovencita se había largado.
No sé si la perseguían los hombres serpientes o se pensó mejor eso de ir conmigo, el caso es que ya no estaba.
Seguí el rastro de los dos hombres serpientes, los vi en un callejón, la jovencita intentaba defenderse.
Bueno, si estaba en este lugar era porque al igual que yo, necesitaba encontrar la llave de la salida.
Mire tras de mí y me dirigí a la iglesia, nadie iba allí.
Pero en aquel lugar, había una biblioteca y seguro que alguno de los libros me decía como salir.
Antes le arranque el corazón a uno de esos hombres serpientes, mire a la muchacha y la dije:
-Si quieres vivir sígueme, creo que es justo que te deje a uno de estos, no son sabrosos pero para matar el hambre valen.
-Te espero en la torre de la iglesia del fondo, solo hasta que amanezca, si no estás, busca un lugar donde refugiarte el sol aquí, es peor que la noche.
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