Como cada tarde salió del colegio, los libros a la espalda con aquella vieja mochila fueron a recoger su bicicleta, si corría lo suficiente no le atraparían.
Se puso manos a la obra, tenia justo quince minutos antes de que le intentaran dar alcance los granujas del barrio que siempre se metían con él.
Mientras comenzaba a pedalear noto algo extraño en el cielo, o más bien algo extraño tras él, dos chicos a los que había visto alguna que otra vez en la puerta del instituto, también iban en su dirección, nunca pensó que los mayores del instituto tuvieran bicicletas como él.
Siguió su camino pedaleando cada vez más fuerte, pero en cuanto entro en su barrio los tres macarras de siempre salieron tras él.
Intento acelerar, pero al llegar a la cuesta las piernas no le respondían, de pronto noto un tirón de la mochila y callo contra el suelo.
Danos el dinero- oyó que decían mientras se levantaba- venga dánoslo por las buenas o te llevaras golpes a las malas- decía uno mientras los otros se reían sin parar, algo en su interior no paraba de decirle que esperara un poco que no se levantara aun, así lo hizo se mantuvo unos minutos más en el suelo oyendo las risas.
Una voz diferente le hizo girarse a mirar desde el suelo, alguien llamaba a uno de los chicos, estos le dejaron y se fueron.
Algo en su cabeza le repetía no te levantes, baja la cabeza y cúbrete con los brazos, no te pasara nada si sigues en el suelo, así lo hizo. Al principio oía gritos de dolor, insultos, luego no oyó nada, nada de nada y se incorporo.
No lo hizo rápido, fue despacio, muy despacio, en el suelo estaba su bicicleta y cuando iba a girarse una voz en su cabeza le volvió a repetir, no mires y vete, es mejor para ti.
Así lo hizo, al día siguiente se entero en el instituto de que a los tres macabrillas de su barrio habían muerto atropellados por un camión mientras corrían con sus bicicletas.
Como cada tarde salió del instituto, esta vez se sentía feliz, sus enemigos habían caído atropellados por un camión, se sentía feliz sin embargo volvió a escuchar la voz del día anterior, se quedo parado.
Un sonido se hizo claro en su cabeza, tienes que pagarnos, eso decía la voz principal, tienes que pagar por la ayuda y nos iremos.
Se giro y allí estaban los chicos mayores del instituto, allí parados, mientras la gente los atravesaba.
Cogió su bicicleta y comenzó a pedalear como loco, no quería saber nada de aquello, los tres macarras daban miedo pero esos chicos no tenían cuerpo.
De pronto una voz le hizo pararse, para o te pararemos.
Se paró en seco y se giro, detrás del uno de los chicos mayores y transparentes se acerco y le dijo secamente, quiero tu bicicleta.
El se sorprendió, al principio negó con la cabeza pero cuando paro oyó al chico que sin mover los labios le decía, venga no hay macarras de los que escapar, dame la bicicleta y diles a tus padres que te la robaron.
Accedió, no sin antes orinarse en los pantalones, siguió su camino hasta casa, sus padres fueron con él a la comisaria para poner una denuncia.
La bicicleta no tardo en aparecer, en un vertedero junto a un drogadicto al que las ratas habían comido un cacho, por lo visto murió entre la basura.
Los padres vendieron la bicicleta y le compraron otra, no volvió a ver a esos chicos pero a veces veía algún que otro chaval quedarse embobado mirando la puerta y sabía que eran ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario