Me concentre, en los ruidos de mi alrededor, la supeviviencia es controlar el entorno.
Máxime si vives en la ciudad de los no muertos.
Oí, a los seres que se llevaban a aquel hombre, hoy los jadeos del hombre, escuche como masticaban algo a lo lejos, alguien arañaba una puerta.
Cientos de olores, pútridos, sanguíneos, fétidos, sudor humano.
Todo formaba parte de aquel lugar, entonces escuche más atentamente, si me concentre en mi entorno, en no dormir.
La luz del sol pronto sería algo tan cegador como letal.
Me concentre mas en todo lo que me rodeaba, el agujero del suelo, las grieta de la pared, el armario que se abría y cerraba, de todos los lugares para esconderse en este sitio los más normales eran los más anormales, una carcajada llego a mi garganta, conseguí controlarla.
Me contuve, quien sería el ser tan inocente para esconderse en un armario, alguien que no suponía que en los armarios existen los Bogar, esos seres que se alimentan del miedo.
No tarde mucho en ori un grito que me habría hecho reír, si los luminoso, no hubiesen hecho acto de presencia.
Pasaron como una exhalación a mi lado, supongo que el grito desgarrador los había atraído.
Abrí los ojos, si aquel grito los había atraído, no se irirean hasta encontrar algo que comer, yo no era la cena de nadie.
Mire al agujero, iba siendo hora de hacer algo por la criatura del armario, más que nada porque yo la había hecho ir a la iglesia, claro que podía no ser esa joven, pero solo alguien recién llegado se escondería en un armario.
Salí corriendo hacia el agujero, me tire dentro pero antes, tire todo lo que pude encontrar a mi paso...
Los luminoso era nefastos, pero los agujeros negros no les atraían lo más mínimo, de hecho en los agujeros cuando salía el sol, salían las hadas de los dientes, unos seres repugnantes que comienza todo a su paso.
Pero a mí no me comerían, baje rápido y vi un largo pasillo, lleno de puertas, donde estaría la biblioteca famosa, me metí en la primera habitación, había una chimenea, bien, había una velas con cerillas, puede que estuvieran gastadas o no, pero era mi opción y no la desaprovecharía.
Lance los muebles a la chimenea y encendí el fuego, me costó un poco pero, lo hice y entonces me senté a esperar a las hadas de los dientes.
Odiaban el fuego, peo yo no.
Máxime si vives en la ciudad de los no muertos.
Oí, a los seres que se llevaban a aquel hombre, hoy los jadeos del hombre, escuche como masticaban algo a lo lejos, alguien arañaba una puerta.
Cientos de olores, pútridos, sanguíneos, fétidos, sudor humano.
Todo formaba parte de aquel lugar, entonces escuche más atentamente, si me concentre en mi entorno, en no dormir.
La luz del sol pronto sería algo tan cegador como letal.
Me concentre mas en todo lo que me rodeaba, el agujero del suelo, las grieta de la pared, el armario que se abría y cerraba, de todos los lugares para esconderse en este sitio los más normales eran los más anormales, una carcajada llego a mi garganta, conseguí controlarla.
Me contuve, quien sería el ser tan inocente para esconderse en un armario, alguien que no suponía que en los armarios existen los Bogar, esos seres que se alimentan del miedo.
No tarde mucho en ori un grito que me habría hecho reír, si los luminoso, no hubiesen hecho acto de presencia.
Pasaron como una exhalación a mi lado, supongo que el grito desgarrador los había atraído.
Abrí los ojos, si aquel grito los había atraído, no se irirean hasta encontrar algo que comer, yo no era la cena de nadie.
Mire al agujero, iba siendo hora de hacer algo por la criatura del armario, más que nada porque yo la había hecho ir a la iglesia, claro que podía no ser esa joven, pero solo alguien recién llegado se escondería en un armario.
Salí corriendo hacia el agujero, me tire dentro pero antes, tire todo lo que pude encontrar a mi paso...
Los luminoso era nefastos, pero los agujeros negros no les atraían lo más mínimo, de hecho en los agujeros cuando salía el sol, salían las hadas de los dientes, unos seres repugnantes que comienza todo a su paso.
Pero a mí no me comerían, baje rápido y vi un largo pasillo, lleno de puertas, donde estaría la biblioteca famosa, me metí en la primera habitación, había una chimenea, bien, había una velas con cerillas, puede que estuvieran gastadas o no, pero era mi opción y no la desaprovecharía.
Lance los muebles a la chimenea y encendí el fuego, me costó un poco pero, lo hice y entonces me senté a esperar a las hadas de los dientes.
Odiaban el fuego, peo yo no.
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