tarde tras tarde.

Tarde, tras tarde.
Miraba por aquella ventana,
Donde mi enfermedad confinada me dejo,
Mirando, tras el ventanal.
La veía pasar por la vieja calle gastada,
El universo celestial en su caminar,
Yo me moría en aquella habitación,
No había más camino para mí,
Que la negra muerte,
Pero aquella mujer me animaba,
Con su caminar tranquilo,
Segura, siempre segura.
Me incorporaba de la cama para observarla.
Una mañana de Enero, no paso.
Una mañana de Enero, me asusto.
Siempre llevaba una bata blanca de enfermera,
Ese día no estaba y pregunte,
Nadie pareció conocerla,
Nadie conoció a la bella enfermera,
Que había hecho mis días alegres,
Tras aquella ventana fría de hospital,
Me rendí, tras el ventanal.
Me dormí, solo me dormí.
Alguien se acerco a mí en la oscura y fría noche, del sueño de los durmientes,
Alguien con lánguidos dedos toco mi fría y seca frente,
Alguien me cobijo bajo sus manos heladas, me convirtió en su pupilo,
Me convertí en su fiel esclavo,
Lánguida bella mía,
Lánguida muerte bella,
Dame tu beso de amor,
Déjame ser tu condena,
No me abandones ahora,
Mía pura dama blanca,
Deja que la escarcha plata,
Me cubra en la alborada,
Y así cuando ya no vuelva,
Entrelazado en tu pelo,
De rojo sangre tus labios,
Delgados tus largos dedos,
Mi corazón que no late
Eterno por ti amada mía,
Contigo,
Por ti,
Para ti,
Déjame dormir entre tus brazos el sueño eterno.