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El viaje


Caminé durante horas ,bajo la luz de la luna llena que iluminaba el valle de las sombras.

Finalmente encontre el lugar exacto donde poder cavar y allí en medio de la nada mas absoluta enterre mi corazón.

solo mientras navego vuelve a la vida, entre brumas de recuerdos, que en sustancia creo que no existen.

Precisamente por que son realidades en si mismos.











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miércoles, 13 de enero de 2010

la ermita


Llegaron a la vieja ermita por el camino tortuoso de la montaña, aquella vieja ermita estaba situada en lo alto de un cañón, para llegar a ella había que caminar un largo trecho, dejada y abandonada desde hacia más de medio siglo, justo después de que uno de los guardas muriera en su interior.
Francesca era una mujer de 47 años, profesión bibliotecaria, no es una profesión interesante si no se está en un buen puesto, ella lo estaba era la bibliotecaria de la gran biblioteca de Roma.
Cuando aquel joven arqueólogo la comento su hallazgo por teléfono, ella pensó que era una broma, pero la foto que recibió después vía teléfono móvil, la dejo sin ningún tipo de dudas.
Un viaje a España desde Roma para recoger un libro.
Allí estaba Juan, con aquel aspecto extraño, caminaba medio cojeando por un defecto en la rodilla.
Aquel joven de cabello rizado y claro, con tez pálida y ojos de color avellana resultaba muy atractivo, máxime cuando su familia era una de las más importantes del mundo financiero.
Francesca, camino sin dar tiempo a Fray Tommaso a seguirla, el fraile tenía ya muchos años y además una enfermedad crónica de pulmón, que le hacía casi imposible las caminatas prolongadas.
Tanto Juan como Francesca se miraron y ambos sonrieron con complicidad, dejando al pobre fraile tras de ellos, sin darle mayor importancia.
Francesca era una mujer muy atractiva, sus grandes ojos negros y su nariz aguileña típica de las mujeres romanas.
El interior de la ermita la sorprendió, había un olor extraño, el altar parecía haber sido engullido por el suelo, un derrumbe le explico Juan mientras entraban, un enorme agujero hacia peligroso acercarse más de la tercera fila de asientos de piedra.
Lo bordearon y llegaron hacia un lateral, el juego de luces y sombras que se producía con la entrada de luz desde el suelo, hacia aquel lugar terriblemente tétrico.
El joven señalo hacia una portezuela de madera podrida, ambos caminaron en silencio, no mucho pero era peligroso y si lo hicieron despacio.
Dentro estaba el ansiado libro, Francesca lo observo cuando Juan se lo entrego.
Parecía tener la encuadernación de piel humana, el necronomicon se leía con claridad con unas letras horrendas que podrían ser sangre o no, el interior expelía un olor tan repulsivo que lo cerró sin ojearlo más.
Salieron, justo cuando el viejo Fraile llegaba a la puerta, le dejaron sin palabras y le hicieron retornar al vehículo.
Días después del hallazgo la pequeña ermita se derrumbo del todo.
Lo más interesante de esta historia es que Francesca apareció muerta en su hotel, se había cortado las venas en el baño.
Juan, el joven arqueólogo, se mato en un accidente de coche cuatro horas después de dejar a Francesca, el fraile entrego el libro personalmente en el vaticano, una semana después.
Curiosamente es el único que aún permanece vivo.

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