La carta.
Cogió la carta, la había estado leyendo durante todo el día, no paraba de mirarla.
Salió fuera, el frio de la tarde le hizo temblar, le hizo sentirse vivo de repente, porque ya se sabe que los muertos ni sienten ni padecen pensó.
Se desdibujo el horizonte, pues el sol ya se oculto y se sentó en el banco de piedra de la puerta principal a esperar.
¿Cuánto llevaba esperando que volviese? Por lo menos dos años, pero nunca regresaba.
Se lio un cigarrillo y se emboto en su chaqueta vieja y raída.
Espero, no mucho ni poco, solo el tiempo necesario para que el camino se hiciese invisible, para que no se distinguiese la higuera del resto de arboles, entro.
La casa estaba a oscuras, encendió la luz, miro la vieja televisión la encendió, se sentó en el viejo sofá.
Durmió, cuando despertó la televisión había terminado de emitir, se fue a la cama, pero antes cogió la carta y la doblo cuidadosamente, la metió en su sobre, ya amarillo de los años y se durmió.
Despertó con un fuerte dolor en el pecho y se levanto para ir a la cocina y llamar a una ambulancia.
Cuando los de la ambulancia se lo llevaban el pidió la carta, el chico de la ambulancia la cogió de la mesa y se la dio.
Cuando iban llevándole al hospital, pidió que se la leyeran por que el no sabía leer, aquel chico de la ambulancia saco el papel del sobre y le dijo.
Uuggg, esto es muy antiguo, de hace más de dos años ¿de verdad nadie le ha leído esta carta?
El señor Pablo asintió y el chico, comenzó a leer.
Estimado Señor Fraguas.
Nos ponemos en contacto con usted para informarle del fallecimiento de su hija María Laura Fraguas Duran de 33 años, se la encontró muerta en un parque de este barrio.
El ayuntamiento se ha hecho cargo de sus funerales. Como no tenia domicilio ni tampoco enseres, sus ropas fueron quemadas al morir.
Sentimos mucho lo ocurrido, reciba de esta parroquia un sincero pésame, pues a pesar de su condición de indigencia, su hija era muy apreciada por todos.
Atentamente.
Damián Correas solador.
Parroquia de San Nicolás
Vaya, Don Pablo – dijo el muchacho de la ambulancia- siento lo de su hija.
dos minutos después su corazón se había parado y el Señor Pablo , murió.
Desde que se fue de casa su hija, con 20 años, siempre espero que volviese a pesar de que ella le juro que antes moría que volver con él.
Cogió la carta, la había estado leyendo durante todo el día, no paraba de mirarla.
Salió fuera, el frio de la tarde le hizo temblar, le hizo sentirse vivo de repente, porque ya se sabe que los muertos ni sienten ni padecen pensó.
Se desdibujo el horizonte, pues el sol ya se oculto y se sentó en el banco de piedra de la puerta principal a esperar.
¿Cuánto llevaba esperando que volviese? Por lo menos dos años, pero nunca regresaba.
Se lio un cigarrillo y se emboto en su chaqueta vieja y raída.
Espero, no mucho ni poco, solo el tiempo necesario para que el camino se hiciese invisible, para que no se distinguiese la higuera del resto de arboles, entro.
La casa estaba a oscuras, encendió la luz, miro la vieja televisión la encendió, se sentó en el viejo sofá.
Durmió, cuando despertó la televisión había terminado de emitir, se fue a la cama, pero antes cogió la carta y la doblo cuidadosamente, la metió en su sobre, ya amarillo de los años y se durmió.
Despertó con un fuerte dolor en el pecho y se levanto para ir a la cocina y llamar a una ambulancia.
Cuando los de la ambulancia se lo llevaban el pidió la carta, el chico de la ambulancia la cogió de la mesa y se la dio.
Cuando iban llevándole al hospital, pidió que se la leyeran por que el no sabía leer, aquel chico de la ambulancia saco el papel del sobre y le dijo.
Uuggg, esto es muy antiguo, de hace más de dos años ¿de verdad nadie le ha leído esta carta?
El señor Pablo asintió y el chico, comenzó a leer.
Estimado Señor Fraguas.
Nos ponemos en contacto con usted para informarle del fallecimiento de su hija María Laura Fraguas Duran de 33 años, se la encontró muerta en un parque de este barrio.
El ayuntamiento se ha hecho cargo de sus funerales. Como no tenia domicilio ni tampoco enseres, sus ropas fueron quemadas al morir.
Sentimos mucho lo ocurrido, reciba de esta parroquia un sincero pésame, pues a pesar de su condición de indigencia, su hija era muy apreciada por todos.
Atentamente.
Damián Correas solador.
Parroquia de San Nicolás
Vaya, Don Pablo – dijo el muchacho de la ambulancia- siento lo de su hija.
dos minutos después su corazón se había parado y el Señor Pablo , murió.
Desde que se fue de casa su hija, con 20 años, siempre espero que volviese a pesar de que ella le juro que antes moría que volver con él.
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