Al pie de las montañas un bosque se extendía,
Mas allá del bosque un hombre sentado en una silla
Miraba dicho bosque,
La manta que le cubría las piernas hacía pensar que esta tarde había refrescado un poco.
Su perro fiel, le lamia la mano, mientras el contemplaba envuelto en la ausencia de dolor de los medicamentos suministrados, el movimiento suave y acompasado de las copas de los arboles de aquel bosque, que se alzaba frente a él.
No sentía el dolor, pero sabía que seguía allí, sabía que estaba aunque ahora no estuviese.
Dejo un segundo de mirar y dejo que el sol que pronto se pondría le calentase, oía al bosque, oía el sonido del viento cuando jugaba con aquellas ramas, oía una voz, la voz de una mujer.
No era una mujer cualquiera, era aquella que hacia mecer las ramas de los arboles, ella le estaba leyendo en voz alta un cuento.
Sonrió, el sol bañaba su cara y le obligaba a cerrar los ojos, sonrió, estaba tan feliz de que ella no faltase a sus citas de la tarde.
Sentía los lamentaos de su perro en la mano, se sentía feliz, feliz, feliz, pero sabía que el dolor aunque oculto tras la medicina, volvería como la noche llegaba tras la tarde, volvería.
Sintió un suave roce en la mejilla, era el cabello de ella, sonreía y le seguía contando el cuento, un cuento dulce y amargo. Un cuento de tangos, amores perdidos en ciudades de mas allá del océano, un cuento de hombres solitarios pagando por no estar solos una noche mas, bebiendo, jugando a ser el más macho de la manada.
Una voz se alzo justo cuando el cuento había terminado, una mujer le despertaba, era la criada, era la chacha de la casa que venía a meterlo dentro que ya refrescaba y mientras, el veía como una mariposa de azuladas alas, se iba rumbo al bosque.
Cerró los ojos y se dejo llevar, aquella mujer le llevaba, pero sabía que mañana a la misma hora, aquella mariposa le contaría otra historia.
Claro que también podía ser, que solo fuese una alucinación provocada por la medicina, una alucinación que le contaba cuentos sobre tangos, machos heridos en las noches de ciudades portuarias.
Mas allá del bosque un hombre sentado en una silla
Miraba dicho bosque,
La manta que le cubría las piernas hacía pensar que esta tarde había refrescado un poco.
Su perro fiel, le lamia la mano, mientras el contemplaba envuelto en la ausencia de dolor de los medicamentos suministrados, el movimiento suave y acompasado de las copas de los arboles de aquel bosque, que se alzaba frente a él.
No sentía el dolor, pero sabía que seguía allí, sabía que estaba aunque ahora no estuviese.
Dejo un segundo de mirar y dejo que el sol que pronto se pondría le calentase, oía al bosque, oía el sonido del viento cuando jugaba con aquellas ramas, oía una voz, la voz de una mujer.
No era una mujer cualquiera, era aquella que hacia mecer las ramas de los arboles, ella le estaba leyendo en voz alta un cuento.
Sonrió, el sol bañaba su cara y le obligaba a cerrar los ojos, sonrió, estaba tan feliz de que ella no faltase a sus citas de la tarde.
Sentía los lamentaos de su perro en la mano, se sentía feliz, feliz, feliz, pero sabía que el dolor aunque oculto tras la medicina, volvería como la noche llegaba tras la tarde, volvería.
Sintió un suave roce en la mejilla, era el cabello de ella, sonreía y le seguía contando el cuento, un cuento dulce y amargo. Un cuento de tangos, amores perdidos en ciudades de mas allá del océano, un cuento de hombres solitarios pagando por no estar solos una noche mas, bebiendo, jugando a ser el más macho de la manada.
Una voz se alzo justo cuando el cuento había terminado, una mujer le despertaba, era la criada, era la chacha de la casa que venía a meterlo dentro que ya refrescaba y mientras, el veía como una mariposa de azuladas alas, se iba rumbo al bosque.
Cerró los ojos y se dejo llevar, aquella mujer le llevaba, pero sabía que mañana a la misma hora, aquella mariposa le contaría otra historia.
Claro que también podía ser, que solo fuese una alucinación provocada por la medicina, una alucinación que le contaba cuentos sobre tangos, machos heridos en las noches de ciudades portuarias.
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