CAPITULO 2- la tierra- Ópalo
Hace 50 años nació una preciosa niña en un matrimonio joven recién
casado, esta niña lleno de felicidad los corazones tanto de los padres como de
los abuelos, aunque no produjo la misma sensación en sus primos y tíos, sus
primos porque notaban que la pequeña les robaba atención y esta atención y los tíos
porque notaron que sus hijos ya no eran los que más regalitos recibían y
percibieron que la herencia de sus padres se tendría que dividir.
Ópalo no vivía en un barrio rico, si no en el mismo Cerro
del Tío Pio que vivía Azulaida, aun así nació 15 años más tarde, y los padres
de Opalo que alquilaron la casita, tenían puestos los ojos en un piso, de una
cooperativa que se estaba construyendo.
Como es normal a Ópalo
no la llamaron así, su nombre fue Alicia, igual que el nombre de su madre, pero
como siempre que llega una fuerza mágica
fue percibida por Azulaida, que al igual que las hadas en el cuento de la Bella
durmiente, la deseo toda clase de virtudes, así desde muy pequeña Ópalo ,su
abuela, ferviente beata en la iglesia, también creía que había seres malignos alrededor,
y un día mientras iba a por agua a la fuente, que por aquel entonces era común a
todos en el Cerro,, vio como una niña de aspecto extraño la observaba desde el
otro lado de la fila del agua, con ojos brillantes y labios apretados.
Esa misma noche, Ópalo enfermo, comenzó a vomitar sin ton ni
son, la llevaron a urgencias al Hospital del Niño Jesús, allí la dieron suero
pero no supieron decir por qué la pasaba aquello.
Su abuela hablo con su hijo y con su nuera, les dijo que había
oído en la fuente que había unas curanderas en la parte de las chabolas de
arena, las cuevas, y que no eran muy caras.
Y aunque Alicia y Lorenzo no eran partidarios de esta
mentalidad atrasada, tras mucho insistir la dejaron ya que parecía que aquello
era muy importante para ella.
La abuela llevo a Ópalo a la casa de las dos Gitanas una
mañana fría de Diciembre, Ópalo ya tenía un año, mientras caminaba por aquella
parte del cerro que no conocía noto algo extraño a sus espaldas, alguien la seguía,
se giro pero no vio a nadie, pero la pareció ver una sombra esconderse tras un recoveco
del camino.
Las calles no tenían asfalto, eran de tierra y barro cuando llovía,
pensó en su marido la noche anterior la dijo que aquello era una locura, que no
se metiera en estas cuestiones, que era cosas de Alicia y Lorenzo, pero ella
estaba convencida de que la niña de la fuente, la sombra del camino, tenían que
ver o eran lo mismo.
Algo malévolo que acechaba a su pequeña nieta indefensa,
cuando llego a la cueva, dudo en entrar, de hecho estuvo a punto de girarse e
irse, de no ser por un niño que jugaba con una peonza y en el que no había reparado
antes.
El niño la dijo- ese hombre parece seguirlas- la abuela que
llevaba a su nieta en brazos se giro, no vio a nadie, pero el niño sonriendo la
dijo- se ha escondido en esa esquina, creo que quiere robarle- la abuela que sobrevivió
durante un la guerra y durante las posguerra incluso haciendo estraperlo, no
iba a dejar que nadie la quitara lo que era suyo, y entonces le dijo al niño-
te doy una perra gorda si vigilas al tipo de la esquina y luego me acompañas a
casa- el chico sonrió mostrando unos dientes de los cuales faltaban algunos que
deberían estar saliéndole y asintió.
Entonces con más determinación que nunca, atravesó la
cortina de flores que parecía un mantel viejo.
Dentro la habitación tenía un aspecto extraño sobre una mesa
redonda con un mantel de color amarillo raido, había una vieja bola de cristal,
en la que la abuela no vio nada excepto su reflejo al entrar, luego miro a los
lados de las paredes una pequeña alacena con vasos y platos, y una bombilla que
colgaba del techo, el cable se perdía tras la puerta a la calle, debían estar
cogiendo la luz de fuera, pensó la abuela y se sentó en una de las dos sillas
que había junto a la mesa, justo la que daba la espalda a la puerta.
Su nieta no paraba de mirar la bola la abuela comenzó a
arrepentirse de haber ido nada más sentarse, quizás esto era una superchería,
como decía su hijo, el que se había pagado los estudios trabajando y estudiando
por las noches no vale para nada, le había dicho su nuera, este sitio está
lleno de humedades y bichos, no es bueno para vivir por eso la niña enfermo,
ella había estudiado para practicante de hecho tenía una pequeña consulta en su
casa, para poder inyecciones por eso en el hospital la recibían tan bien,
estaba pensando en esto cuando fue a levantarse una vos seca y ronca la interrumpió.
Sentimos haberla hecho esperar, es que estábamos ocupadas,
dijo la voz, que llegaba de la cortina que había en el interior de la
habitación y que debía dar a otro cuarto dentro de la cueva- mi hermana no se
siente bien, es por la humedad de la cueva, nos vamos a ir a otro lugar , pero
en que podemos ayudarla- la abuela señalo a la nieta, les conto lo que la había
pasado, les conto lo de la fuente y lo del niño de la puerta, la gitana que había
ocupado la silla frente a ella, miro a la niña y dijo con una voz cálida y
suave-a su nieta la han echado un mal, se lo puedo quitar, la haremos un talismán
que ha de llevar siempre consigo, ahora tiene que salir un momento, la gitana
de voz ronca la acompaño fuera y la otra que había tomado a la niña en los
brazos la susurro algo en el oído y la dijo- esto que voy a hacer te protegerá hasta
los 18 años luego ya no podre hacer mas, pronto veras llegar a tus hermanas, yo
perdí a mi segunda hermana en la guerra, y sé lo que es una triada aunque
nuestro poder no hubiese podido con Azulaida, el vuestro lo hará, ahora pequeña
mis bendiciones y las de los señores de la magia estén contigo, cogió una
botellita de cristal pequeña que llevaba en el bolsillo y dijo, gracias por
escuchar nuestras suplicas, que el amor te guie- la roció con unas gotitas de
aquel liquido y salió a entregar a la abuela de la niña que estaba sentada en
una silla a la puerta de la chabola- aquí tiene, ya esta, ahora los ángeles
señores de la luz la protegen – la abuela cogió a su nieta y pregunto por el
precio, la mujer de la voz ronca dijo, lo habitual dos gallinas y una docena de
huevos, o un kilo de harina y otro de arroz, piense que somos pobres y estamos
solas, no nos dejan ejercer como curanderas y mal vivimos en esta cueva- la
abuela concreto con ellas y pasados dos días, les llevo un paquete de harina
otro de arroz, y doce huevos morenos de su mejor gallina, desde entonces Ópalo
estuvo protegida .
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