Todas las noches salía a la misma hora, por la ventana, buscando
un juego, lo había visto en internet, había leído los comentarios de
usuarios y eso le había hecho ir a un
local en una de las peores zonas de la
ciudad, se trataba de un local de juegos, la flor de azar, era un local vulgar,
dividido por dos zonas adultos y niños, en el local de adultos la gente jugaba
desde tragaperras a apuestas de caballos, de perros, de lo que se pudiera
apostar, en la zona de niños era un
recreativo.
Su adicción a los
juegos de guerra le había hecho llegar hasta ese lugar, no era un buen barrio, y
la gente le era por completo indiferente.
Entro en el local, se quedo mirando alrededor y fue a la
zona infantil, no había ninguna maquina, ninguna, hasta que se dio cuenta de
que había una pequeña escalera que bajaba a un sótano.
En ese sótano había una maquina, estaba sola en el sótano,
el bajo, las monedas no valían, necesitaba una llave así que subió a buscar al
encargado del local, este era un tipo extraño, llevaba una coleta sujetando un
pelo liso y de color gris, tenía una cicatriz que le surcaba la cara, estaba
apoyado en la puerta, no se había dado cuenta al entrar, igual que no había visto
lo lleno que estaba este local, había chicos jugando en todas las maquinas, y
una especie de niebla, como si alguien
fumara, a él le daba lo mismo, así que fue a hablar con él y le pidió la llave,
el tipo hizo una mueca como una extraña sonrisa, le pidió un billete de 5 € y
le dio una tarjeta en forma de llave, lo acompaño y la introdujo en la maquina.
Le dijo que cuando acabara le llamara, y le dejo solo,
hasta este momento no se dio cuenta de que en aquel sótano todo estaba vacío.
Hasta que no se sentó curiosamente la maquina no se encendió,
pronto allí estaba jugando a aquel juego en el que era un superviviente en un
holocausto nuclear, poco a poco fue pasando pantallas, y pantallas, hasta que
llego a un nivel muy difícil, aquella pantalla parecía no tener fin, apenas le
quedaba munición y ya no tenía vidas, de pronto aquellos monstruos pútridos que
salían de las cloacas le empezaron a
rodear, hasta que ya no tenía escapatoria, y murió.
De pronto se sobre salto, parecía que se había quedado
dormido jugando, sin embargo aquel lugar
donde se despertó era igual al del juego, pensó que estaba durmiendo y quiso
despertarse, había como una ventana
pequeña por la que vio llegar al encargado de los recreativos, y sacar la
tarjeta, le grito para que no hiciera eso, pero el tipo la saco y apago la
luz, todo quedo a oscuras, el mundo en
el que estaba era el del juego, y sabia que en cuanto la luz se pusiera de
color naranja los monstruos saldrían a comer, así que corrió hacia un montículo,
donde encontró a unos chicos con un pequeño portátil, se presento y ellos le
saludaron como si le conocieran, se presentaron y el los recordó, todos eran
del chat de juegos, todos eran los que le había recomendado aquella maquina,
uno de ellos un paliducho con una cresta de color amarillo, le dijo:
Bienvenido ahora sí que vamos a jugar, todo el tiempo
que queramos.
Entonces se dio cuenta que ya no podía salir del juego,
ahora ese juego era su hogar.
En su casa la policía tomo datos, registro su
desaparición, y al cabo de un año archivo su caso.
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