Buscadores de verdades no encontradas,
En las pupilas de la lente ocular una novia,
Que se viste para una bella ceremonia,
Que su corazón no merece pues no es leal,
Viaja una nube de ira de un lado al otro,
Manipulando un recuerdo del vestido fatal,
Ingravidez imágenes de lo que una vez fueron,
En un álbum que se apolilla en un estante,
¿Quien fue la que cometió el error,
De ponerse sus zapatos?
Nadie ha de vestirse con el vestido que ella ha de llevar,
Esta muerta tras una
montaña de escombros,
Que todos hicieron sobre ella volcar,
¿Quién se pondrá su vestido blanco,
De pureza total?
Nadie lo hará pues ella yace muerta,
En este cementerio de estelas en la mar,
A dónde van los ojos de los desaparecidos,
A donde los que ya no están,
Lanzo desde mi barco su cuerpo a las olas,
Pues ella es agua y ha de volver al mar.
Un mar hecho de lágrimas negras,
De lágrimas de tristeza y soledad,
¿Quién la pondrá el bello y blanco velo?
Nadie pues nada a su lado queda ya,
Se mira en un espejo sin reflejo,
Se mira y no consigue su reflejo encontrar,
Más en lo más profundo de este hotel,
En la habitación número once,
Una novia reclama su propia paz,
Es en una bañera blanca, en silencio,
Con su vestido y
lista para saltar,
Donde una novia se quita la vida,
Para que otra pueda su blanco vestido llevar.
Más ella quedara siempre en ese cuarto,
Siempre en ese hotel,
Llorando por una boda no realizada,
Siempre haciendo este triste papel,
Muerte y dolor,
En agónico lamento,
Muerte y dolor,
Por siempre en soledad.
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