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El viaje


Caminé durante horas ,bajo la luz de la luna llena que iluminaba el valle de las sombras.

Finalmente encontre el lugar exacto donde poder cavar y allí en medio de la nada mas absoluta enterre mi corazón.

solo mientras navego vuelve a la vida, entre brumas de recuerdos, que en sustancia creo que no existen.

Precisamente por que son realidades en si mismos.











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Azrael

Gordita

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MADRID

martes, 15 de febrero de 2011

mirando por una ventana.




Se asomo a la ventana, una ventana como otra cualquiera.
La suerte mide a los unos y a los otros pero en el caso de Maripaz no media nada, desde que nació su suerte fue un intento fallido de madre de escapar de un hogar roto.
Recordaba a su padre llegaba a aquella pequeña habitación que llamaban casa, con lo que le habían pagado trabajando ese día y su madre bajaba a comprar la cena, la comida y las cosas necesarias.
Nunca consiguieron abandonar aquel barrio, pero si consiguieron mejorar, su padre fue encargado de la gasolinera y con los años, se mudaron a un edificio con dos habitaciones dos calles más abajo.
Maripaz nunca tubo mas hermanos, nunca supo muy bien porque aunque sospechaba que el intento de robo de su madre estando embarazada del que fuera su segundo hijo y que no nació tuvo algo que ver.
Luego su madre murió, fue de golpe, una mañana volvió del instituto y su madre estaba en el suelo muerta.
Se desmayo y se golpeo con la cabeza contra la cocina murió en el acto, su padre lo paso mal, pero lo superaron uno y otro.
Luego Maripaz fue a una academia y encontró trabajo de secretaria en un bufete de abogados de las afueras, un buen sitio.
Pero al año de estar allí, la empresa quebró y tuvo que trasladarse a trabajar a otra ciudad.
Aunque mantenía contacto con su padre telefónicamente pasaron muchos años sin verle, conoció gente nueva, tenía un apartamento en el centro de aquella ciudad.
Un lujoso apartamento y se asomo a la ventana, una ventana cuyas vistas la aseguraba toda la ciudad, pero curiosamente se lleno de sombras negras, tanto fue así que pidió que la hicieran unas enormes cortinas para tapar la vista.
Algunas mañanas oía golpear los cristales, aleteos y grititos que la ponían los pelos de punta, otras las formas oscuras apoyadas contra los cristales hacían que pareciera noche total.
Un día decidió ir a ver a su padre, pero no encontró a nadie, allí no vivía nadie, el barrio era aun peor de lo que recordaba y la gasolinera hacía tiempo que solo tenía maquinas para pagar la gasolina, un vigilante de seguridad en una garita y nada más.
Pregunto pero nadie se acordaba de ella, nadie, así que regreso y llamo por el teléfono a su padre pero lo que escucho fue la voz de alguien que no era él, alguien que le dijo que llevaba con aquel teléfono más de diez años.
Todo era extraño, no parecía tener una vida anterior y tampoco posterior, las ventanas de su súper lujoso apartamento estaban cubiertas por sus cortinas.
Pero aquella mañana las descorrió y miro, fuera un cielo cubierto de murciélagos negros llenaba el paisaje, se sentó al borde de su lujoso ventanal, el aire frio la hizo rilar pero siguió sentada mirando.
La suerte mide a los unos y a los otros pero en el caso de Maripaz no media nada, desde que nació su suerte fue un intento fallido de madre de escapar de un hogar roto.
Recordaba a su padre llegaba a aquella pequeña habitación que llamaban casa, con lo que le habían pagado trabajando ese día y su madre bajaba a comprar la cena, la comida y las cosas necesarias.
Salto, fue fácil nadie estaba allí para impedirle que lo hiciera, aunque podría haber intentado controlarse, pero daba igual, salto.
Sobre ella aquellos murciélagos negros, volaban sin darse cuenta de que aquella joven humana se estrellaba contra la fría y dura acera.
Un suicidio, así se catalogo.
Lo más curioso es que nadie supo, como llego a aquel apartamento, era un apartamento en construcción que jamás se acabo, por motivos presupuestarios quedo a la espera de una inyección de capital que no llego.
Un edificio abandonado, una persona sin nombre…….. Fue enterrada en una fosa común, con un montón de indigentes.
La llamaron ciudadana 789.

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