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El viaje


Caminé durante horas ,bajo la luz de la luna llena que iluminaba el valle de las sombras.

Finalmente encontre el lugar exacto donde poder cavar y allí en medio de la nada mas absoluta enterre mi corazón.

solo mientras navego vuelve a la vida, entre brumas de recuerdos, que en sustancia creo que no existen.

Precisamente por que son realidades en si mismos.











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viernes, 7 de enero de 2011

una historia de vampiros. capitulo 1


Era una noche magnifica, la luna se reflejaba en el mar justo frente al viejo penal de las costas de Nápoles, la dura estructura se alzaba como un majestuoso castillo frente al mar.

En lo alto, dos figuras sentadas frente al mar, parecían vigilar el horizonte. Una figura grande de nariz aguileña y labios delgados, no tenia cabellos y sus orejas parecían mas las de un duende ya que eran un poco puntiagudas, su piel del color de la luna daba una extraña apariencia a aquel que ataviado con una capa negra con capucha miraba fijo al horizonte, la figura mas pequeña, estaba apoyada en el hombro de la grande, cabello negro cogido en dos coletitas con pinzas de colores naranjas en el cabello que hacia juego con la camiseta y zapatillas que llevaba, su nariz también aguileña piel del color de luna, pero sus labios eran mas carnosos.

Hombre y mujer, fijos en el horizonte, la mano de ella entrelazada en la mano de él, una enorme garra de dedos largos terminados en uñas aun mas largas, con dos enormes anillos que denotaban su procedencia y rango.
La piedra de la luna en el dedo meñique y la burdéos en corazón, señor de los Carpatos del Este.
La mano de ella llena de anillos de plata que en su piel pálida como la luna, solo hacían resaltar la delgadez de la misma.

Un humo oscuro surgió por el horizonte, ninguna de las dos figuras se movió, un hombre emergió del mar, seguido de dos más que siguieron caminando hacia el paseo marítimo, a las espaldas de las dos figuras inmóviles.

Una voz suave apenas audible dijo- ya llegan- era la voz de la pequeña figura de mujer, el hombre no dijo nada, seguía fijo en el mar sin moverse.
Cuando el humo desapareció a sus espaldas el se incorporo ayudando a la figura femenina a hacer lo mismo, con una voz también en un tono casi inaudible dijo:
- hemos de irnos, ya llegaron los últimos-. Ella se estremeció, incorporándose casi de un salto, el se coloco la capa que casi le cubría el rostro y salto hacia el acantilado cayendo rígido sobre las piedras, ella le siguió.

Caminaron en silencio bordeando la costa, hasta un coche enorme que los esperaba, subieron.
Se dirigieron al castillo que justo en el centro de Nápoles les esperaba, ella hablo con un tono igual de imperceptible para el oído humano- intentaras salvarla, ella es la última de su especie, imagina que fuera yo- el no hablo, seguía rígido mirando al frente- pone en peligro nuestra raza- dijo al fin- ella nos pone en evidencia y además me ha hecho salir de casa- ella se giro molesta, esta vez su voz si tenia un tono de ira aunque igualmente el conductor ni siquiera notaba que hablaban- venga, ya!!- dijo- vives rodeado de seres serviles que buscan tu muerte, te pasas el tiempo quejándote de lo solo y triste que estas, rodeado de sirvientes y personas que solo buscan complacerte para poder heredar a tu muerte y te quejas de salir de tu nido de víboras?- el sonrió complacido, si algo le gustaba de ella era esa sinceridad espeluznante que tanto odiaban los demás y su lealtad ante todo, ella nunca le traicionaría. Por eso no vivía con el hacia siglos, el lo entendía y aunque no compartía la simpatía que ella sentía por la vida de todos los seres, incluidos los enemigos de su raza, los licántropos, a los que el odiaba, tras la muerte de la que fuera su primera compañera, de una forma que no podía evitar, ella no, sentía ese sentimiento de odio hacia nadie, excepto por si misma, el siempre la dejo convencerle, sabiendo que siempre la apoyaría, desde la primera vez que la vio en aquel puerto pútrido alimentándose de marineros borrachos, lo supo, ella tenía la misma esencia que aquella a quien amo, pero ella era distinta, mas rebelde, solitaria y cabezota.

Llegaron y bajaron del coche, cada uno por una puerta distinta, ella avanzo hacia las sombras el quedo impresionado al ver a la criatura, una semi-mujer, parecía joven y sus ojos eran impresionantes, sanguinarios, así que aquella pequeña criatura era la famosa arpía a la que había que matar, también cubierta con una capucha no mostraba apenas su rostro.

Una voz gutural salio de la criatura le daba las gracias y extendía la mano hacia el, sintió repugnancia de tocarla y dijo con sequedad- no le doy la mano a nadie que no vaya a ser mi amante- sonrió, la joven arpía retrocedió mirando a mujer, esta sonrió y la cogió del hombro- lo hace con todo el mundo, es un borde- dijo suavemente ella sonriendo y mirándole desafiante y los tres entraron.

No eran muchos los miembros del consejo, los imprescindibles.
El sintió un aburrimiento visceral al ver las mismas caras de siempre, también sabia que si aquello se prolongaba mas de la cuenta por la cabezonería de ella, no se lo perdonaría al no ser que volviese a casa una temporada superior a un siglo, eso le compensaría, ella no soportaba aquello.

El juicio fue corto, pesado, finalmente decidieron dejarla con vida, pero presa en las fortalezas del norte.

La joven arpía protesto, no entendía por que tenia que someterse a esa restricción, ella no era una de ellos y no se sometería, el aburrimiento comenzó a ser temor, sabia que alguien entre todos la apoyaría sin pensarlo dos veces y sabia que eso seria desacato al resto y guerra.
Entonces, el tomo la palabra, el se haría cargo de la joven arpía bajo la supervisión de ella eso la obligaría a vivir en su mansión por lo menos un siglo más, el consejo estuvo de acuerdo, la arpía también la única no muy complacida era ella y eso le proporcionaba a el un placer indescriptible, era justo ya qué le había hecho abandonar su aburrido mundo ahora participaría de el, por lo menos hasta que la fuese insoportable aguantar el tedio, en ese caso la dejaría irse nuevamente, pero ahora no se preocuparía de eso.
Abandonaron el palacio renacentista.
Los miembros del consejo designaron a los que se encargarían de llevar a la joven arpía a su mansión, para ello fue sedada y encerrada en una jaula especial ... Dos figuras comenzaban a alejarse de la ciudad, en dirección al paseo marítimo, donde un pequeño lamporghini de color azul cobalto con ventanas de cristales lacados, esperaba aparcado, el sol comenzaba a salir por el este dando un color precioso al paseo, el se cubrió el rostro con la capucha de la capa, algunos seres humanos que corrían haciendo futing se volvían a mirarlos, ella abrió las puertas con la llave automática y el negó con la cabeza- cien años en tu casa no es nada comparado con ir en mi coche y aguantar mi forma de conducir, sube-ordeno ella y se sentó, parecía muy feliz de ver la cara de repulsa de el ante el cochecito, era pequeño, incomodo pero rápido, ella arranco casi en el instante que el cerro la puerta y el coche desapareció de los ojos de los transeúntes que cada vez eran mas en las calles de la bulliciosa Nápoles.

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