Un mundo lleno de cristales rotos,
El fuego arraso todo el pasto verde
Las llanuras de rico trigo se abrasaron,
Bajo el fuego de las llamas pútridas,
El nombre del jinete la guerra,
Con ojos de sangre,
Lenguas de odio,
Cargo su espada la envidia y los celos,
Sus pezuñas negras de ponzoñosas
Y repulsivas calumnias,
Levantaron en armas a un pueblo,
Hermanos contra hermanos,
Luchas de milenios,
Por un trozo de tierra que ya no tiene nombre,
que perdió la esperanza en una fosa común,
ya no hay amor en los ojos de las madres,
solo se tiñen de negros sus pupilas frente a la ira de los hombres,
los niños empuñan armas para vengar a sus padres
para matar a los que mataron y violaron a sus hermanos.
¡Oh, señor de la muerte!
Llévate a sus almas sin nombre,
Al lugar donde tendrán un descanso eterno,
Al corazón de la tierra que los vio nacer,
Deja que se borren y así sean escritos,
Sus nombres en mármol negro,
Para que todos sepan y olviden que es,
En monumentos que cagaran las palomas,
Esas mismas que representan la paz,
Que destruye el mundo de las luces.
¡Oh, oscuridad cubre con tu manto!
Sus ojos de sangre,
Aleja al caballo y caballero de la muerte,
Que no suene más la trompeta que su sello abrió,
Que tu manto de nada cubra la mente de los hombres
Y sea el ocaso del viento quien traiga calma,
Al lugar donde ya las fosas
Forman millares de surcos,
Y en lugar de semillas yacen cadáveres.
El fuego arraso todo el pasto verde
Las llanuras de rico trigo se abrasaron,
Bajo el fuego de las llamas pútridas,
El nombre del jinete la guerra,
Con ojos de sangre,
Lenguas de odio,
Cargo su espada la envidia y los celos,
Sus pezuñas negras de ponzoñosas
Y repulsivas calumnias,
Levantaron en armas a un pueblo,
Hermanos contra hermanos,
Luchas de milenios,
Por un trozo de tierra que ya no tiene nombre,
que perdió la esperanza en una fosa común,
ya no hay amor en los ojos de las madres,
solo se tiñen de negros sus pupilas frente a la ira de los hombres,
los niños empuñan armas para vengar a sus padres
para matar a los que mataron y violaron a sus hermanos.
¡Oh, señor de la muerte!
Llévate a sus almas sin nombre,
Al lugar donde tendrán un descanso eterno,
Al corazón de la tierra que los vio nacer,
Deja que se borren y así sean escritos,
Sus nombres en mármol negro,
Para que todos sepan y olviden que es,
En monumentos que cagaran las palomas,
Esas mismas que representan la paz,
Que destruye el mundo de las luces.
¡Oh, oscuridad cubre con tu manto!
Sus ojos de sangre,
Aleja al caballo y caballero de la muerte,
Que no suene más la trompeta que su sello abrió,
Que tu manto de nada cubra la mente de los hombres
Y sea el ocaso del viento quien traiga calma,
Al lugar donde ya las fosas
Forman millares de surcos,
Y en lugar de semillas yacen cadáveres.
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