Cristal, llevaba dos días pendiente de las notas del último examen.
Miro por la ventana, los cipreses del cementerio se movían bajo el frio y gélido viento, intento centrarse en las hojas del libro que leía.
Un sonido la llamo la atención, parecía que alguien pronunciara su nombre, miro por la ventana, en el muro del cementerio un joven la observaba fijamente.
No parecía del pueblo, pero estaba allí, con un gorro negro y aquella chaqueta vaquera avejentada, unos pantalones grises raidos y aquellas botas, parecía un mendigo, aparto la mirada y volvió a intentar centrarse en el libro, pero la fue totalmente imposible.
Un golpe seco contra la ventana, la hizo volver a mirar, no había nadie en el muro del cementerio, en el poyete de su ventana había una piedra con una nota cogida por una goma.
Abrió la ventana, un viento helado la hizo estremecerse, odiaba el otoño y vivir cerca del cementerio del pueblo era una tortura cuando se acercaba el día de difuntos, primero las viejas con sus idas y venidas, luego los compañeros del instituto con sus bromitas, en fin quería que las notas la liberaran de aquel lugar, quería ir a la capital a estudiar y perder de vista aquel pueblerino mundo que tanto la hastiaba.
Tomo la piedra y la nota, leyó:
Dentro de un año, tú y yo estaremos juntos.
Tomo la piedra y la nota arrojándolas a la papelera del cuarto, mientras en su mente sonaba la palabra gilipollas con tanta fuerza que la hizo sonreír.
El otoño paso, dando paso al invierno y así un buen día llegaron la primavera y los finales, con ellas los aprobados y matriculaciones en las universidades que la interesaban así como las facultades y un lugar para vivir, encontró un piso en Arturo Soria, con cuatro chicas mas y estaba cerca de los autobuses de la universidad a la que iría finalmente.
Todo estaba saliendo como había pensado.
El curso comenzó con la presentación de los profesores, nuevos amigos, todo era maravilloso.
Recibió una invitación por Messenger de su amiga Ángela, esta no había ido a la universidad, se había decidido por un modulo de administración para poder encargarse del negocio de su familia, una fábrica de azulejos.
Ángela la invitaba a volver al pueblo a celebrar Halowein y además era la fiesta en la que anunciaría su boda.
Era increíble, allí estaban ella y Ángela, eran amigas desde la infancia una se iba a casar en Primavera y ella, ella seria historiadora del arte.
Sonrió, contestando, iré…cuenta conmigo y se preparo para volver al pueblo del que tanto la costo escapar.
Cuando por fin llego, el mundo seguía igual, en aquel pueblo lo único que cambiaba eran las lapidas que año tras año aumentaban en un promedio de dos o tres.
No la fue a buscar nadie, cuando llego a casa estaban esperándola para darle una fiesta sorpresa, que la entusiasmo.
Esa noche, Cristal estaba un poco cansada y la dolía la cabeza cuando se acostó, sintió un ruido en la ventana y se asomo, una piedra con un papel cogido por una goma estaba en el poyete igual que hacía un año el joven que la miraba estaba allí fijo y quieto bajo una lluvia torrencial.
Leyó, es hora de irnos, baja o tendré que subir.
¿Qué demonios decía a que tipo? No tenia intención de bajar, sonrió al que esperaba y le mostro su mano derecha después junto el dedo pulgar, índice, anular y meñique dejando al descubierto levantado el dedo corazón y se acostó con una sonrisa triunfal.
Tres horas después sintió mucho frio y abrió los ojos, el joven de la valla del cementerio estaba sentado a los pies de su cama, desprendía un hedor pútrido, se sobresalto echándose todo lo que pudo hacia atrás, intentando alejarse de aquel joven que ahora de cerca parecía un viejo.
- Si es una broma no tiene gracia- dijo- fuera, no sé quién eres pero sal de mi casa o gritare.
No hizo falta, por que cuando intento gritar la voz no la salió, las manos de aquel chico se extendían como ramas y parecían salir de sus hombros en lugar del final de sus brazos, su boca se abrió mostrando unos dientes puntiagudos y una lengua bífida salió de su boca acercándose a Cristal.
La lamio la cara, produciéndola un asco tal, que comenzó a mover las manos para intentar alejarle de ella, pero sin conseguirlo, pronto las lagrimas fueron lo único que se movía, la lengua de aquel ser había penetrado en sus orificios nasales dejándola sin respiración, al abrir la boca para poder respirar, la mano en forma de rama se adueño de su lengua estirando hacia fuera, hasta que Cristal murió.
O eso pensó, cuando abrió los ojos estaba en un desguace de coches usados, no recordaba como había llegado allí, intento incorporarse para ver que sus piernas no existían sus manos habían sido cortadas, volvió a intentar gritar pero la fue imposible, no tenia lengua.
El joven de la valla del cementerio, venia lentamente con una sonrisa nauseabunda, ella deseo morir, pero no pudo, no hasta mucho tiempo después.
En cuanto a su familia, cuando despertaron la habitación estaba como siempre, pero sin ella y sus cosas, pusieron carteles por el pueblo y aun hoy la buscan por desaparecida.
Más allá existe un lugar,
Donde puede que encontréis la eternidad,
Más allá del cementerio,
Más allá del cementerio,
Por los siglos de los siglos…. Aaaaaamen. (Eskorbuto)