Dormitaba en la cama,
bajo el susurro del mar,
el olor a sal y agua,
con un compas sin igual,
y una brumosa figura,
atravesando el umbral,
dulce y triste al mismo tiempo,
melancólico compas,
amor que se lleva el viento,
pero que vuelve al final,
dragón de miles de sueños,
protector de mí soñar,
señor de la sal y el viento,
de la oscura inmensidad,
ni carontes, ni demonios,
surcan los confines ya,
ahora lo hacen los sueños,
De mi penoso soñar.
cuan bruma te vuelves persona,
me rodeas cuan mantón,
me cubres como una sombra,
me asombras el corazón,
me dejo llevar a ti,
porque no quiero parar,
que te he echado de menos,
mucho en mi caminar,
me proteges y me salvas,
de mi misma y mis quizás,
me haces ser hada de viento,
me haces ser viento en la mar,
juegas a tus mil jugadas,
y yo me dejo llevar,
que son las olas del viento,
en su silencioso bailar,
junto a la orilla un castillo,
de algas y sal de mar,
junto al acantilado un suspiro,
de perlas y de coral.
Susurras en mis oídos,
Palabras que solo yo,
Se y conozco desde el filo,
De lo que nadie escucho.
¡Oh, mi dragón errante,
mi príncipe y mi truhan,
mi rey soldado radiante,
mi amado y sutil donjuán!
Bajo la brisa marina,
en una calma total,
una durmiente despierta,
un sueño se hace real.
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