
Por la defensa de los animales
salen y se ganan nuestros aplausos,
mientras los mares se quedan sin ellos,
los cielos ya no les ven volar
pero hacen que nos diviertan viéndoles
volar de izquierda a derecha,
como monigotes de feria.
Después nos sentimos felices de hacer algo por ellos,
como enjaular a un cóndor en una jaula
impedir que un águila de cabeza blanca,
vuele libre por el inmenso cielo.
Los buscamos compañeros para que procreen,
como si de eso se tratara
para que sus crías sigan estando en una maldita jaula.
Si, ahora,
somos más humanitarios,
les creamos espacios similares,
les ponemos un escenario,
les hacemos ser nuestros payasos de feria,
les hacemos ser nuestras pequeñas marionetas,
les hacemos divertirnos,
para así poder salvarles la vida.
Qué triste es ver a un Oso pardo
dando palmas para que todos le aplaudan,
que a una grulla real la echen gusanitos,
para que la vean salir del cercado,
que un pavo real le persiga
un niño sin descanso.
Pero sabéis lo que me parece más triste,
la ignorancia del que hace dar palmas al oso,
el que tira gusanitos a la grulla
o quien permite que el niño persiga al pavo,
porque su ignorancia está acabando,
Con su mundo
y su mundo es nuestro mundo.
Y es ya triste tener que saber que a muchos de ellos
Solo les queda un zoo,
para que además les tengamos que torturar
dentro de su cárcel
En la que estar por no ser la especie dominante.
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