La puerta I
Resulto que se paro frente a la puerta cerrada. No pidió permiso no le hizo falta.
Ella le abrió y le dejo pasar, él entro. Durante el periodo que duro todo aquel tiempo
Ambos tomaron té y hablaron se escucharon y lo más importante se oyeron.
No paso mucho antes de que el se marchara, no se despidió tenia pensado volver y fue por esto por lo que no dijo nada.
Salió y fuera el viento era huracán pero iba tranquilo, recuperaría a su amor perdido.
Así que volvió orgullosos de sí mismo.
Dejo pasar las horas y llego frente a la puerta, entra sin avisar y le contó a su amiga todo hasta que en su maleta la llevaba escondida para no perderse por que si necesitaba una brújula ella era su estrella guía, su aurora boreal, su día y claro su noche.
Así pues se regocijo de ser amado y ser feliz.
Se fue y al cabo de unos meses volvió, pero la puerta no se abrió.
No, entonces lloro por que había perdido su estrella de David, su vida su sueño y él estaban muertos.
Ahora se queda parado frente a esa puerta y ya no sonríe, no sueña, pero es amado por otra.
Estaba sentada en la orilla del río, el sol del atardecer le confería un color dorado al agua al igual que el color del cielo por lo que ambos parecían uno mismo sin principio ni final.
Resulto que se paro frente a la puerta cerrada. No pidió permiso no le hizo falta.
Ella le abrió y le dejo pasar, él entro. Durante el periodo que duro todo aquel tiempo
Ambos tomaron té y hablaron se escucharon y lo más importante se oyeron.
No paso mucho antes de que el se marchara, no se despidió tenia pensado volver y fue por esto por lo que no dijo nada.
Salió y fuera el viento era huracán pero iba tranquilo, recuperaría a su amor perdido.
Así que volvió orgullosos de sí mismo.
Dejo pasar las horas y llego frente a la puerta, entra sin avisar y le contó a su amiga todo hasta que en su maleta la llevaba escondida para no perderse por que si necesitaba una brújula ella era su estrella guía, su aurora boreal, su día y claro su noche.
Así pues se regocijo de ser amado y ser feliz.
Se fue y al cabo de unos meses volvió, pero la puerta no se abrió.
No, entonces lloro por que había perdido su estrella de David, su vida su sueño y él estaban muertos.
Ahora se queda parado frente a esa puerta y ya no sonríe, no sueña, pero es amado por otra.
Estaba sentada en la orilla del río, el sol del atardecer le confería un color dorado al agua al igual que el color del cielo por lo que ambos parecían uno mismo sin principio ni final.