Quemaste mis velas,
Hundiste me barco,
Me dejaste en este atolón abandonada,
Mi suerte cambio,
Cuando cambio el viento,
Aunque tú presumías de que había muerto,
La muerte no cambia,
Lo que por ti siento,
Ahora frente a ti,
En este banquete me siento,
Mirándote a los ojos,
Pues no tengo miedo,
Más tú no me miras,
Bajas la mirada,
Te sientes culpable,
Yo alzo mi copa,
Pues es la venganza una grata copa,
No bebas si no quieres,
La suerte está echada,
De la noche y del día,
Yo bebí sin cortarme,
En las olas mecidas yo no podía ahogarme,
Pues mientras hundías mi barco,
Gozando de mi dolor,
Yo gozaba de algo que tú no entendías,
Nunca entenderás,
Porque en aquel atolón
No me rendí a la muerte,
Tenía un objetivo,
Algo que deseaba lograr,
Costase lo que costase,
No venganza eso no es suficiente,
Lo que realmente deseaba,
Es volver a navegar,
Saciando mí sed de venganza,
Mi hambre de libertad,
Ahora soy yo quien te observa,
En el barco que hace aguas,
No necesite quemarlo,
Ni romper tus velas,
Solo la mar me dio lo que pedí,
Verte naufragar,
Sin tener que ser yo la causa,
Sabiendo que en el atolón,
Puedes sobrevivir,
Pero no en la panza del tiburón.
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licencia commors
El viaje
Caminé durante horas ,bajo la luz de la luna llena que iluminaba el valle de las sombras.
Finalmente encontre el lugar exacto donde poder cavar y allí en medio de la nada mas absoluta enterre mi corazón.
solo mientras navego vuelve a la vida, entre brumas de recuerdos, que en sustancia creo que no existen.
Precisamente por que son realidades en si mismos.
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Azrael
Gordita
Mi Tiempo
MADRID |
sábado, 17 de diciembre de 2016
Quemaste mis velas
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