Una historia de brujas.
Hace ya muchos años que comenzó nuestra historia, solo que
yo solo voy a contar la parte final de la misma.
Tampoco se trata de una historia que englobe al mundo
entero, la mayoría de las historias ni siquiera lo hacen.
Lo cierto es que esta historia es una historia simple y
llanamente, de brujas, en concreto de cuatro personajes.
Al igual que los cuatro elementos, forman parte de la
naturaleza la magia también lo hace, esta historia tiene lugar en Madrid, en
concreto en un barrio llamado Vallecas, aunque hay cientos de barrios y lugares
donde puede transcurrir las historias, esta permítanme que se la cuente de aquí,
de mi barrio, es una historia de aprendizaje y superación, de magia pura y
dura, sin más ni más.
Eso sí, toda buena historia tiene que tener buenos y malos,
y sobre todo, tratándose de mis amigas las brujas, de magia, mucha magia.
Capitulo 1- El Agua- Azulaida.
Hace ya 60 años que comenzó esta historia, comenzó en un
Madrid, devastado tras la guerra civil, con hambre, sueños rotos, etc.
Cuando Azulaida nació, lo hizo en una familia que aunque con
mucho amor, también tenía mucha hambre, mucho miedo.
Siendo la menor de 8 hermanos, su padre estuvo encarcelado contrayendo
el Valle de los Caídos, en el Escorial, mientras esto ocurría, la familia del
padre de Azulaida, no pudiendo pagar la casa que tenían en Cuatro Caminos, tuvo
que irse a la de Ríos Rosas, para poder sobrevivir, una casa más pequeña, pero
que al año de estar su padre encarcelado tuvieron que revender por un precio ínfimo
para poder sobrevivir, yéndose a vivir a la casa de su abuela, una pequeña buhardilla
de 90 metros cuadrados en el centro de Madrid.
Aunque papa tenía dinero, luchar en un bando perdedor es lo
que tiene, cuando llego a Valencia para salir de España, fueron capturados,
mala señal, después de aquello, la familia y el sobrevivieron gracias a un
hermano seguidor del régimen, y una mujer a prueba de balas.
Azulaida, no fue llamada así, la llamaron Teodora, como su
abuela, un nombre muy recio y bonito en una niña que de haber sido diferente el
resultado de la guerra no hubiera tenido que escuchar como acusaban a su madre
de que su padre estuviera en la cárcel, ni ver como tenían que buscar
carbonilla en los basureros.
Azulaida la costo entender que la condición de su madre era
humilde, tanto que no sabía leer ni escribir, mientras que su padre había formado
parte de una familia con propiedades, la abuela de Azulaida no la quería, ella
era muy guapa tanto como su madre, mientras que sus dos hermanas mayores eran más
parecidas a su padre, y su abuela se desvivía por ellas, Azulaida aprendió a
vivir sin el cariño de su abuela, un padre ausente, dos hermanas que la querían,
una madre que tras su nacimiento fue diagnosticada con un cáncer y de la que
solo recordaba sus ojos vidriosos, y las medicinas.
Había algo mas, algo que solo ella veía, los seres que su
madre atraía, unas veces eran buenos y otras no, pero aprendió a escucharlos, y
a canalizarlos.
Cuando su padre salió de la cárcel, con el dinero de la
venta, se compraron un terreno en Vallecas, allí se decía que si construías por
la noche no te tiraban la casa por el día, así que compro un terreno grande, y comenzó
a construir.
Azulaida, aprendió a hacer masa para pegar ladrillos, a
poner azulejos, a tirar pasta, a nivelar, y mientras sus hermanas mayores iban
a trabajar para ganar sustento, ella ayudaba a su padre y a los 5 chicos que se
quedaban allí.
Azulaida odiaba estar allí, salía a la calle y veía a gente
haciendo casas y robándose los materiales, había algunos que al no tener hacían
sus casas como una cueva, otros las hacían de madera, hasta que iban haciendo
las paredes, no había calles, solo barro y hambre, cuando la madre de Azulaida
empeoro, su segunda madre se saco el titulo de practicante para poder poner las
inyecciones de morfina a su madre, lo hizo mientras trabajaba cosiendo al igual
que su hermana mayor.
Azulaida aparte de los muertos y el hambre sentía que algo
la había sido negado y así un día en que estaba sentada después de comer viendo
como su padre y sus hermanos ponían ladrillos,
fue a ver a su madre, al lado de su cama había un hombre era muy oscuro
y siniestro, se dirigió a ella directamente pero no la llamo por su nombre, uso
un nombre llamado Azulaida, ella le reconoció, aunque no le había visto nunca,
aquel ser la hizo un gesto para que lo siguiera, y ella lo hizo, de hecho salió
por detrás sin ser vista, aquel ser la hizo caminar por una zona que no conocía
de lo que ahora se conocía como El Cerro del Tío Pio.
La parte a donde fue era una zona llena de casas de arena,
una zona más allá de donde se había ido su tía a vivir,
El ser oscuro entro en una cueva de arena de la que colgaba
una cortina de florecillas, azul, que más parecía un mantel viejo, ella le siguió,
dentro una mesa camilla y una lámpara de aceite sobre la mesa, daba luz a
aquella sala sin ventanas una cortina al fondo dejaba ver que había más
habitaciones hacia el interior de la montaña, iba a salir cuando reparo en una
bola sobre la mesa, era una enorme bola de color transparente, algo extraño que
no pegaba ni con la chabola ni con la sala, ni con nada, ella miro dentro y vio
a una mujer que la miraba, pero ella vio en esa mujer a ella misma, pero rubia,
con unos cabellos largos y dorados, una mujer que la sonreía, una voz la saco de su embelesamiento, era una
voz ronca de mujer que la asusto y la hizo salir corriendo chocando contra otra
mujer que era casi tan ancha como la puerta por la que había entrado.
Entonces fue cuando las mujeres la hablaron, primero la de
la puerta:
-
¿Dónde vas niña? – la voz son-p ronca y rota, si
su voz hubiera sido un tronco cortado
por un serrucho, o eso la pareció a Azulaida, la segunda mujer la que estaba
sentada en la mesa y que Azulaida no había visto hasta que hablo, o eso parecía
que la había hablado, aunque realmente solo había dicho un nombre
-
¡Azulaida!- lo repitió varias veces- la mujer de
la puerta la cogió del brazo y la acerco a la luz- sus ojos se agrandaron y
mirando la bola, la soltó de golpe.
-
¡el me trajo!- dijo Azulaida señalando a la
sombra que había junto a la segunda cortina de aquella pequeña habitación, la
mujer de la puerta se giro y sus ojos quedaron espantados, o por lo menos su
cara fue de terror durante unos segundos, después hizo un gesto y la mujer de la puerta trajo una silla, y se
la puso a Azulaida.
-
Te estábamos esperando desde hace siglos, tu
alma fue maldita como Gitana y por eso has venido como paya- dijeron las
mujeres casi a la vez- Azulaida miro a la mujer de la bola era bella rubia y de ojos verdes, pero sus
ojos mostraban una sombra, Azulaida pregunto- ¿ que la pasa? ¿quién es? ¿Por
qué me llamáis de otra forma?- las mujeres la contaron que ella en otra vida
fue una gran señora de la magia, que su venida fue indicada hace tiempo, pero también
que había sido condenada por los magos del concilio a no poder usar magia, si
lo hacía en su próxima vida, tendría que enfrentarse al consejo, aunque en este
plano de existencia tenía que hacerlo como humana y el consejo también si venían a pararla, la
contaron que tenía que parecer hambre por lo que había hecho en la otra vida,
que tenía que ser pobre y sufrir, por el daño que hizo.
-
Luego las mujeres la acompañaron a la puerta y
la dijeron que no olvidara que tenía que purgar su mal.
Azulaida, se fue medio llorando, mientras el ser en sombras
la seguía, de pronto cerro los puños y le dijo no pienso pasar hambre no lo
merezco no se que hice pero yo nací para ser una reina, el ser oscuro sonrió
con una mueca terrorífica y la dijo,-yo te ayudare-.