Se sentó a mirar por la ventana, no sabía como había llegado
a esto, ahora solo tenía una forma de escapar, hacer lo que le habían dicho.
Observaba como frente a su habitación de hotel, una mujer
sentada en una silla, repartía unos boletitos.
En un momento un hombre llego y ella le entrego todo el
dinero, luego el hombre se fue y la mujer, se llevo la silla, yo estaba de pie
en la ventana, mirándola, ella alzo la vista y me miro fijamente, eso no me
gusto y me aleje de la ventana.
Normalmente cuando llegas a una ciudad, lo haces de turista,
como estudiante, como trabajador.
Yo había llegado como turista, para ver aquella bella
ciudad, de México, bueno, lo cierto es que tenía que llevar unas muñecas en la
maleta, y luego traerme a España otras muñecas, algo fácil, sencillo, no me
importaba lo que hubiera en las muñecas y por supuesto tampoco lo que trajera
en ellas.
Sin embargo, cuando llegue pase sin problemas, me
preguntaron por las muñecas y dije que eran regalos para los niños, se supone
que iba como turista pero tenía que visitar una parroquia, ver a un cura y a
los niños de la parroquia, vinieron a buscarme, un hombre y una mujer, pero no
me llevaron a la parroquia, me llevaron al hotel, luego subieron conmigo al
cuarto.
Me hicieron abrir la maleta y cogieron las muñecas, me
dieron instrucciones, en dos días tenía que ir a la parroquia, puesto que ese
era el asunto de mi viaje, tenía que buscar a la Macarito, y después volver a
esperar al hotel.
Les dije que si podía ver la ciudad y ellos se quedaron en
silencio, la mujer dijo, bueno siempre que cumplas los plazos puedes visitar la
ciudad.
Sin embargo, se me olvido, ir a la parroquia, no fue mi
intención hacerlo, yo iba por la calle alegremente, hacía un calor insoportable,
vi un pequeño santuario de la santa muerte y entre, de pronto un coche paro,
intento meter en su interior a una muchacha de unos 12 años, su abuela luchaba
por qué no entrara en el coche, yo la ayude y metimos a la niña en la pequeña
capilla.
Los hombres sacaron sus armas, sin embargo alguien en el
coche grito que era una herejía, y se marcharon.
Salimos, la anciana me hizo ir a su casa y me escondió,
aquello que me estaba salvando la vida, me estaba matando.
Ahora, ellos me habían encontrado, pero no la joven y yo tenían
una cita con el padre de la chica, alguien con malas pulgas, pero que había
hecho que no me mataran la agencia de viajes que me había pagado el viaje.
Ahora, yo tenía que hacer lo que me habían pedido.
Pero no tenía intención de hacerlo, escribí una carta y la
puse en la recepción del hotelucho.
Le dije al joven que era para mi madre, se que la leyeron
pero en ella solo decía que la quería y que iba a volver lo antes posible.
Lo importante es que, en el hotel había un hombre que
ayudaba a aquella anciana, a la que yo ayude, el hecho de bajar la carta era un
mensaje, la anciana me dijo que lo hiciera si tenía problemas.
Cuando me bajaron a la calle, yo llevaba las maletas y
dentro droga, no iba en las muñecas, se supone que yo tenía que llevarla al
aeropuerto y dejar que me la encontraran, sin embargo, la mujer de la lotería comenzó
a llamar ladrón a un niño, se monto un barullo enorme en la calle.
Aquella gente chillaba, se peleaba y de pronto alguien me cogió,
me metió en un coche y me llevaron durante horas y horas, hasta un pequeño
pueblo, donde desde entonces vivo.
Sola, y sin poder volver a casa.
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