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El viaje


Caminé durante horas ,bajo la luz de la luna llena que iluminaba el valle de las sombras.

Finalmente encontre el lugar exacto donde poder cavar y allí en medio de la nada mas absoluta enterre mi corazón.

solo mientras navego vuelve a la vida, entre brumas de recuerdos, que en sustancia creo que no existen.

Precisamente por que son realidades en si mismos.











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Gordita

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MADRID

lunes, 27 de mayo de 2013

Lo busco desesperadaménte.




         Aquella mañana no supuse que en el Rastro encontrara aquel libro, aquella anciana, compraventa, estaba apoyada contra la pared, con los ojos fijos en unos jóvenes que manoseaban discos de vinilo, que vendía a 50 céntimos el vinilo.
Me acerca y vi aquel libro, su encuadernación parecía de piel, pero al tocarlo era suave, suave y el olor, olía a nuevo, pero era viejo, muy viejo.
Pregunte el precio y me soltó dos €, los pague y me lleve el libro.
Lo mejor vino entonces, un hombre con barba larga y blanca, se acerco a mí, me cogió literalmente del hombro y entre susurros me dijo que le vendiera el libro.
Al principio me resulto gracioso, pensé que se trataba del dueño que quería recuperarlo, pero al mirarles, sus ojos eran de un verde casi indescriptible.
Me fui corriendo, apartándome de él.
Llegue a casa una hora después, con la sensación de que aquel viejo me seguía, pero como me iba a seguir aquel viejo, no podía quitarme sus ojos de la mente.
Me hacia hasta daño recordarlos.
Era hora de comer, pero no tenia apetito, una llamada me hizo despertar del embelesamiento en que estaba, era una vieja amiga Lilith de un foro de escritura gótica, me sentí aliviado, hasta que empezó a hablarme del libro; hasta este momento no me había dado cuenta de que se trataba del Necronomicon, no había visto el titulo.
No había abierto ninguna de sus páginas, el Necronomicon no existe, es una leyenda de la escritura, como el santo grial.
¡Además, que porras! ¿Dos Euros, el necronomicon si fuera autentico?
Colgué el teléfono a mi compañera, por llamarla de alguna forma, me puse a buscar a alguien que fuera como yo un adicto a la escritura y a la lectura, lo encontré.
Hacía más de un año que no hablaba con ella, era una tía rara, ella y su marido.
Siempre se quedaban solos, la gente les daba igual, eran la leche, siempre a lo suyo, pero por eso ahora era la única en quien podía confiar.
La llame, quedo en vernos esta tarde a eso de las 8 pero no en el centro, en su barrio, no sé que me conto del transporte.
Me daba igual, me estaba agobiando el hecho de que alguien me hiciera daño, además así podía ver en internet algo sobre lo que había comprado.
No tarde en darme cuenta que aquel libro era real, era autentico, había paginas que no existían, en otros volúmenes, que nadie mencionaba, en catálogos, en páginas.
Entonces sentí que me observaban, me asome a la ventana como instinto, eran las 5 de la tarde, no había comido y tenía hambre, mucho hambre.
Justo en la acera, el hombre viejo de la barba, con los ojos verdes, me estaba mirando.
Tenía que salir de allí, pero que hacer hasta las 8, iría a cenar a algún sitio en el barrio de Casandra, este era el nombre de foro de mi amiga y su marido, Cesio.
Me fui de la casa, pero no por la puerta de la calle, me fui por el patio de mi vecina Juanita, era una prostituta de la montera, su puerta casi siempre estaba cerrada, pero cuando venía muy borracha la dejaba de par en par, era domingo por la tarde y la puerta estaría abierta.
así era, ella estaba dormida sobre un sofá viejo y raído, su pareja, Jerónimo estaba en el suelo, había un olor nauseabundo a pis, mezclado con las cacas de su perrita, era algo apestoso, pero necesitaba salir por el patio hasta el otro portal, al otro lado del patio estaba la casa de la vieja Carolina, una anciana que amaba las palomas y que solía dejar la ventana abierta para que entraran a la cocina a comer, aunque en lugar de palomas ya habían venido a desratizar varias veces, pues las ratas salían del patio a comer las miguitas.

Ahora estaba en misa, así que no la daría un telele si salía por ahí.
Me fui.
En la calle corrí, aunque no sé por qué corría, pero lo hice.
Fui a un bar y pedí un bocadillo de lomo, con una cerveza.
Estaba a punto de comer cuando mi amiga Lilith se sentó a mi lado, estaba muy guapa, con su pelo rojo y sus labios rojos, vestida como siempre de negro.
Me puse a comer, tenía el libro en mi macuto, pero fingí haberlo dejado en la casa, ella empezó a contarme cosas, raras, acerca del libro.
Yo me sentía como si fuera una trampa, era la amiga del viejo, seguro.
La dije que tenía que irme, que tenía novia y eso, mentí claro, para que me dejara ir.
Ella no paraba de mirar como si no me creyera, entonces sonó el móvil, era alguien que se había equivocado, pero me sirvió para irme, despedirme de Lilith y casi correr a mi cita.
Cuando llegue a aquel sitio, estaba medio vacío, no me habían seguido, o eso pensaba yo.
Casandra y Cesio, estaban bebiendo cerveza y comiendo patatas en una tabla, pero el caso es que había algo raro, no supe que era hasta tarde.
Me senté y ellos me ofrecieron, yo comí patatas, lo cierto es que tenía hambre, no sé porque pero lo tenía.
Luego pedí algo de beber, creo que fue cerveza.
Les enseñe el libro, ella empezó a burlarse, miraba las paginas entre burlona y muy seria, pero siempre riendo.
Cesio me observaba, aunque yo en este momento pensé que no me hacía caso, pero ahora con la perspectiva del tiempo, lo veo todo claro.
No sé cómo fue, aquel lugar se fue llenando de gente bebiendo, hablando y nosotros seguíamos bebiendo.

En algún momento, el libro desapareció.
Ellos me ayudaron a buscar, pero me convencieron que el libro no valía la pena, dos euros, una porquería, un libro que siempre había sido la mejor broma de los escritores.
Me llevaron a casa ya pasadas las doce, tenía que irme a dormir pues tenía que madrugar, me costó levantarme, me pareció todo tan normal.
Hasta que cuando llegue a casa después del trabajo, aquella situación se hizo terriblemente clara.
Casiopea y Cesio, no existían en el foro de escritura.
Lilith era otra persona en el de escritura gótica.
Pero lo peor, es que nadie de mí alrededor los conocía.
Nadie, los había visto, nadie, los vio conmigo aquella tarde, pregunte en el bar, fui al pub. Nadie recordaba a la pareja, ni a la pelirroja en el bar.
He vuelto al rastro muchas veces, no me he topado ni con la anciana ni con el viejo de la larga barba, nada.
¿Estaré volviéndome loco? ¿Existió ese libro?
Yo creo que sí.
Pero juzgad vosotros mismos, puesto que desde ese día lo busco desesperadaménte.

Y aquellos a los que una vez llame amigos y ahora nadie parece conocer.                                                 

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