Resulto que la televisión era la caja a la que Alfónso
llamaba tele, resulto que con unos aparatos llamados cámaras, te grababan y
luego te veían en unos monitores, tu imagen se veía pequeñita.
Era divertido, me enseñaron cables y más cables, un
muchacho con unas gafas negras me sentó en una silla y me lleno la cara de potingues
que tenían un olor agradable, lo cierto es que frente al espejo este cuerpo
estaba guapo.
Intente calmar mis ojos, me agobiaba tanto que aquel
hombre tardara tanto, aunque solo fueron unos minutos, pero me agobiaba.
Luego me llevaron a una sala donde estaba el hombre del
gorro pequeño y la gran cabeza, se llamaba Steven, era arqueólogo, por lo visto
yo también, creo que la mujer a la que esperaban fue devorada por los seres de
la oscuridad esa tarde en que llegue, no pude ayudarla, ahora yo era ella, una
bolsa de viaje y algunos cachivaches mas estaban en un montón al pie de la pirámide,
de ella, bueno ahora yo era esa mujer.
Doctora Isabelina Torobe licenciada en la Universidad
Complutense de Madrid en arqueología, no se que es eso, pero caramba debe ser
mucho pues todos me aplaudieron cuando Steven me presento.
En la sala había infinitos huesos, huesos humanos, comencé
explicando lo que era un cráneo de un niño, estaba completo.
Conté las aberraciones que aquella gente maravillosa comenzó
a cometer para intentar salvaguardar el secreto.
Todos me miraban atónitos y comenzaron a aplaudirme,
Steven me felicito y dijo estar orgulloso de mi llegada.
Un hombre desde lo más alejado de la sala me observaba
en silencio, pasado un rato e acerco y dijo:
-Ella sabe que estas aquí, que eres tú, aunque tu cuerpo
no sea el mismo, la mujer que ahora eres
tu fue devorada mientras tu luchabas, ellos van a morir porque tú y lo tuyos no
os rendís, estúpidamente vais a crear una masacre.
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