Aquel mendigo, se acerco al coche, el tipo que conducía le dijo que se alejara para ello abrió la ventanilla, de pronto un disparo me hizo sobresaltarme.
El Hombre del sobrero negro que iba a mi lado me dejo sorprendida cuando salió corriendo del coche no sin antes exclamar un ¨ya era hora¨.
El mendigo entro en cuanto hablo le reconocí, el fue al único que no delate, no fue algo que hiciera aposta, es que nadie me pregunto a que comando pertenecía, le dije un hola ahogado en el llanto, yo había vendido a todos ya ¿ahora qué?
Digo que había que cambiarse de ropa y condujo hasta la zona de la ciudad más lujosa, nunca había estado en esa ciudad, pero los edificios eran lujosos, no había mendigos ni gente por las calles con aspecto pobre, así que lo supuse.
Dicha suposición era una realidad, así lo confirme cuando salimos del coche y entramos en el ascensor.
Cuando me duche, agua caliente, eso era un placer.
Me mire en el espejo, no solo estaba llena de moratones además estaba muy flaca, mire el vestido que me había dejado sobre los pies de la cama, junto con zapatos, medias…. volví a llorar, me mire las manos…. Mis uñas habían comenzado a salir en algunos de los dedos eso no se podía esconder, hasta que vi unos bellos guantes de piel sobre el tocador.
También había un bote de tinte para el cabello, color rojo.
Sonreí, y me teñí el pelo antes de vestirme, también lo corte fijándome en la foto del cartón del tinte, no me quedo igual pero con los artilugios que había en el baño, espuma etc., conseguí parecer algo mas a aquella bella señorita que sonreía mostrando unos dientes blanquísimos.
Luego me vestí y Salí, mi compañero ya estaba totalmente cambiado y muy elegante por cierto, me extendió un pasaporte y algunos documentos.
- Soy esta mujer- dije mostrando a una joven con el pelo largo y rojo que sorprendentemente era yo misma antes de todo aquello- no me acordaba de cómo era antes…. – levante los hombros y le mire a los ojos- antes de ahora.
En ese pasaporte figuraba que mi compañero y yo éramos hermanos.
- ¿que sabes del hombre que iba conmigo en el coche, el que huyo?- pregunte mirándome las manos enguantadas.
El Hombre del sobrero negro que iba a mi lado me dejo sorprendida cuando salió corriendo del coche no sin antes exclamar un ¨ya era hora¨.
El mendigo entro en cuanto hablo le reconocí, el fue al único que no delate, no fue algo que hiciera aposta, es que nadie me pregunto a que comando pertenecía, le dije un hola ahogado en el llanto, yo había vendido a todos ya ¿ahora qué?
Digo que había que cambiarse de ropa y condujo hasta la zona de la ciudad más lujosa, nunca había estado en esa ciudad, pero los edificios eran lujosos, no había mendigos ni gente por las calles con aspecto pobre, así que lo supuse.
Dicha suposición era una realidad, así lo confirme cuando salimos del coche y entramos en el ascensor.
Cuando me duche, agua caliente, eso era un placer.
Me mire en el espejo, no solo estaba llena de moratones además estaba muy flaca, mire el vestido que me había dejado sobre los pies de la cama, junto con zapatos, medias…. volví a llorar, me mire las manos…. Mis uñas habían comenzado a salir en algunos de los dedos eso no se podía esconder, hasta que vi unos bellos guantes de piel sobre el tocador.
También había un bote de tinte para el cabello, color rojo.
Sonreí, y me teñí el pelo antes de vestirme, también lo corte fijándome en la foto del cartón del tinte, no me quedo igual pero con los artilugios que había en el baño, espuma etc., conseguí parecer algo mas a aquella bella señorita que sonreía mostrando unos dientes blanquísimos.
Luego me vestí y Salí, mi compañero ya estaba totalmente cambiado y muy elegante por cierto, me extendió un pasaporte y algunos documentos.
- Soy esta mujer- dije mostrando a una joven con el pelo largo y rojo que sorprendentemente era yo misma antes de todo aquello- no me acordaba de cómo era antes…. – levante los hombros y le mire a los ojos- antes de ahora.
En ese pasaporte figuraba que mi compañero y yo éramos hermanos.
- ¿que sabes del hombre que iba conmigo en el coche, el que huyo?- pregunte mirándome las manos enguantadas.
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