La caída de la sociedad de los utópicos.
Pues no sé como ocurrió, pero un buen día me levante por la mañana y ya no brillaba el sol como el día anterior.
Los escritos que un día me habían divertido ahora me pesaban como losas de cementerio, quiero decir lapidas.
Era un buen lugar era un lugar magnifico, donde escribir, pensar, transmitir y dejar que los demás utópicos te transmitieran.
Pero eso fue antes, antes de que todo se llenara de ponzoña, ponzoña extraña, de pronto un día me sentí sin fuerzas para seguir escribiendo en sus calles, me sentía aislada, alejada de mis propias letras, me leían pero no me querían entre los suyos, porque no era igual a ellos, no era un utópico mas, era una rareza, una extraña rareza.
Me sentí como un personaje Kafkiano, me sentí como el protagonista de Metamorfosis, me sentí rechazada, usada, manipulada, me sentí.
Pero , decidí que mi libertad de pensamiento, mis letras , mis poemas e escritos varios, debían formar parte de el lugar al que siempre debieron pertenecer, MI CORAZÓN , ese que yace enterrado en un lugar más allá del cementerio de las dudas, ese que vive cuando navega por las letras de mis escritos, bajo las leves notas de una melódica canción aun no escrita, ese que solo una vez cada cien años se enamora del amor y escribe , absurdos poemas para unos y hermosos poemas para otros.
Corazón, corazón, tú que navegas en el barco de velas azules,
Corazón, corazón tú que me matas y me das la vida,
Corazón, corazón tu solo tú me dirás si volver es un error o es una autentica utopía.
Pues no sé como ocurrió, pero un buen día me levante por la mañana y ya no brillaba el sol como el día anterior.
Los escritos que un día me habían divertido ahora me pesaban como losas de cementerio, quiero decir lapidas.
Era un buen lugar era un lugar magnifico, donde escribir, pensar, transmitir y dejar que los demás utópicos te transmitieran.
Pero eso fue antes, antes de que todo se llenara de ponzoña, ponzoña extraña, de pronto un día me sentí sin fuerzas para seguir escribiendo en sus calles, me sentía aislada, alejada de mis propias letras, me leían pero no me querían entre los suyos, porque no era igual a ellos, no era un utópico mas, era una rareza, una extraña rareza.
Me sentí como un personaje Kafkiano, me sentí como el protagonista de Metamorfosis, me sentí rechazada, usada, manipulada, me sentí.
Pero , decidí que mi libertad de pensamiento, mis letras , mis poemas e escritos varios, debían formar parte de el lugar al que siempre debieron pertenecer, MI CORAZÓN , ese que yace enterrado en un lugar más allá del cementerio de las dudas, ese que vive cuando navega por las letras de mis escritos, bajo las leves notas de una melódica canción aun no escrita, ese que solo una vez cada cien años se enamora del amor y escribe , absurdos poemas para unos y hermosos poemas para otros.
Corazón, corazón, tú que navegas en el barco de velas azules,
Corazón, corazón tú que me matas y me das la vida,
Corazón, corazón tu solo tú me dirás si volver es un error o es una autentica utopía.
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